Siento envidia de tus ojos
y también de tu sonrisa,
más no puedo remediarlo
cuando llegas y me miras.
Es un mar de sensaciones
que se exaltan y me excitan,
y se extienden por mi cuerpo
a buscar a tus pupilas.
En las mismas hago un alto,
leo en ellas lo que dictan,
y penetro entre las sombras
y me duermo en sus orillas.
Hay riberas en tus ojos
que desprenden mil caricias,
y hay remansos con luz propia
sin faroles ni bombillas.
Mas tus ojos, que enamoran,
no son nada sin tu risa,
sin los pliegues de esos labios
que se fruncen sin medida.
Un conjunto de emociones
llega al alma que te mira,
y hasta el pecho, vacilante,
hoy su sangre le encandila.
Dos ojitos y unos labios
son la causa de esta prisa,
del galope vacilante
de un caballo sin la brida.
Yo preciso de tus ojos
para ver lo que tú escribas,
y preciso de tus labios
para oír lo que me digas.
Necesito que me mires
y también que me sonrías,
necesito que me hablen
tus ojitos y barbilla.
Y después, en nuestros sueños,
volaremos por la ría,
en la nube caprichosa
que en un manto nos cobija.
Volaremos los dos juntos
en muy tierna compañía,
escuchando los suspiros
de las olas blanquecinas.
Escuchando nuestros labios
sin palabras conocidas,
en un diálogo de sordos
y susurros de la brisa.
"...Siento envidia de tus ojos
y tu boca tan divina,
más no puedo remediarlo
porque quiero hacerte mía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/09/13
y también de tu sonrisa,
más no puedo remediarlo
cuando llegas y me miras.
Es un mar de sensaciones
que se exaltan y me excitan,
y se extienden por mi cuerpo
a buscar a tus pupilas.
En las mismas hago un alto,
leo en ellas lo que dictan,
y penetro entre las sombras
y me duermo en sus orillas.
Hay riberas en tus ojos
que desprenden mil caricias,
y hay remansos con luz propia
sin faroles ni bombillas.
Mas tus ojos, que enamoran,
no son nada sin tu risa,
sin los pliegues de esos labios
que se fruncen sin medida.
Un conjunto de emociones
llega al alma que te mira,
y hasta el pecho, vacilante,
hoy su sangre le encandila.
Dos ojitos y unos labios
son la causa de esta prisa,
del galope vacilante
de un caballo sin la brida.
Yo preciso de tus ojos
para ver lo que tú escribas,
y preciso de tus labios
para oír lo que me digas.
Necesito que me mires
y también que me sonrías,
necesito que me hablen
tus ojitos y barbilla.
Y después, en nuestros sueños,
volaremos por la ría,
en la nube caprichosa
que en un manto nos cobija.
Volaremos los dos juntos
en muy tierna compañía,
escuchando los suspiros
de las olas blanquecinas.
Escuchando nuestros labios
sin palabras conocidas,
en un diálogo de sordos
y susurros de la brisa.
"...Siento envidia de tus ojos
y tu boca tan divina,
más no puedo remediarlo
porque quiero hacerte mía..."
Rafael Sánchez Ortega ©
25/09/13
ojalá no fuera envidia lo que mueve a tu protagonista
ResponderEliminarla envidia es envidia siempre y con ella es mejor no meterse ni enganchar con quienes la poseen
buena jornada Rafael
Esperemos que sea envidia sana Ely y no de la otra.
EliminarUn abrazo y lindo miércoles.
Qué bonitas las sensaciones qeu describes. Y es que una mirada vale mucho...
ResponderEliminarUn beso.
Cierto Misterio, dicen que una mirada vale más que mil palabras.
EliminarUn beso.
Melodiosas rimas, Rafael.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Verónica. Un abrazo.
Eliminarla envidia nunca ha sido ni será sana Rafel, eso es justificar lo injustificable
ResponderEliminarbuen miércoles también para ti
No trato de justificar nada Ely, me remito a una frase que dicen los mayores de mi tierra y de ahí lo de "envidia sana". Por lo demás de acuerdo con tus comentarios.
EliminarUn abrazo querida amiga.
Un poema rítmico, romántico e inspirador, amigo...Muy bonito.Te dejo mi gratitud por compartir y mi abrazo madrileño, hoy con cielos nublados, pero cálidos.
ResponderEliminarFeliz día,Rafael.
M.Jesús
Siempre se agradece tu comentario y palabra de aliento M.Jesús.
EliminarUn abrazo desde Cantabria.