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sábado, 11 de enero de 2014
ESTÁBAMOS ATADOS A LA MISMA ESTRELLA...
Estábamos atados a la misma estrella
y navegábamos por el cielo
esquivando interrogantes.
Éramos jóvenes y el valor superaba
al miedo de las almas;
teníamos fe en lo que hacíamos,
en lo que sentíamos,
en aquello que tocábamos
y hasta incluso, en lo que mirábamos,
porque todo llevaba el sello inconfundible
del amor y la esperanza.
Por eso pudimos sortear los meandros
de la vida y superar las corrientes adversas
que hacían peligrar las balsas
y pudimos también salvar
los vientos peligrosos que inclinaban
las ramas en la orilla.
Ramas de espinos y rosales
cargadas de nostalgia,
que azotaban los versos y el cuaderno
depositando lágrimas y llantos
en medio del poema.
Ramas que ocultaban las orillas
pantanosas,
donde abundan las culebras,
en una trampa peligrosa,
y seductora,
con finales imprevistos.
Pero la vida seguía y continuaba
y lo hacía a nuestro lado
y más allá de la ventana
y la aventura.
Continuaba la rutina tan atroz
que envolvía a los humanos con su manto
y los hacía marionetas de un destino
imaginario,
ya que allí no decidían sus latidos,
ni tampoco sus sentidos
y hasta el aire enrarecido del silencio
era el filo de un cuchillo
que podía desgarrar nuestras entrañas.
Y así fue, sin proponerlo,
como un día se rompieron las cadenas
diminutas que enlazaban nuestras vidas,
y nos vimos separando nuestros pasos,
caminando, cada uno,
a un destino diferente,
y llevando en esa ausencia
el pergamino de dos vidas y dos sueños,
más cruel que se recuerde.
Porque fueron muchos años de placer
y de amnistía disfrutando de un amor,
(que no lo era),
condenado en el recuerdo y la distancia,
a ser simple marioneta de las nieblas
y las sombras de un poema.
Ahora miro nuevamente a las estrellas,
y las veo, como entonces,
y las hablo, en tu presencia, que no existe,
y las miento porque quiero que no sepan
de nosotros.
Me preguntan si te amo
y es entonces cuando enseño mi derrota,
cuando tiro la toalla y mis labios
balbucean ese nombre tan sagrado,
que es tu nombre,
cuando pierdo la razón
y la locura se apodera de mi alma,
cuando cierro el arcoíris de tu libro
y de tus versos
y le dejo, para siempre,
con tu voz en mi recuerdo.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/01/14
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Y qué triste es cerrar un libro con páginas aún en blanco.
ResponderEliminarBello tu poema Rafael, besos
Mucho Ame, es tremendamente triste...
EliminarUn abrazo.
Lindisimo Rafael, me encanta como escribes lindo
ResponderEliminarGracias Evy Lo.
EliminarUn abrazo.
Bua!!! Que triste pero a la vez, precioso. Porque jamás existe derrota en el Amor. Porque el Amor se tiñe de tintes diferentes jugando a existir. Y una vez se va y de nuevo, cuando menos se espera, regresa a asentarse y dar nuevos latidos al sentimiento.
ResponderEliminarGracias por este poema, amigo.çUn fuerte abrazo
Seguro que es tal y como dices en tu comentario Celia.
EliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
A veces, la convivencia tiene mucho más de fe o costumbrismo que de amor... A veces.
ResponderEliminarAbrazos
A veces TriniReina, (a veces...), sucede como tú bien dices.
EliminarUn abrazo.
Es general eso de no apreciar lo que se tiene hasta que se pierde. ¡Bien descrito!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cierto Julito.
EliminarUn abrazo.
No se puede mentir con un poema tan bello. Besos.
ResponderEliminarNi se puede ni se debe Amapola.
EliminarBesos.
hay te amos que se gritan en silencio...
ResponderEliminarperdiendo la razon apadorandose de tu alma...
en su recuerdo
bello Rafael, muchos besitos
Hay muchos más de los que algunos creemos Cora.
EliminarBesitos también para ti.
Es profundo y bello.
ResponderEliminarUn recuerdo para guardar en el alma.
Todo acaba, pero la intensidad con la que se ha vivido y sentido es lo importante.
Muchos besos.
Pienso como tú Misterio y aunque todo acabe lo importante es ese "poso" que puede quedar en el recuerdo.
EliminarUn beso.
el amor no muere solo cambia de piel
ResponderEliminarni nosotros somos los mismos de hace 10 años atrás, más aún si son 30 ó 50
abrazos Rafael
Entonces dejaremos el amor en "ese cambio de piel" que tú indicas en el comentario Ely.
EliminarUn abrazo.
Tristemente bonito, amores de juventud, esos que jamás olvidaremos por su pureza y fuerza.
ResponderEliminarCariños....
Son difíciles de olvidar Oriana.
EliminarUn abrazo.
¡¡¡Precioso, precioso poema, con un triste final pero tan vivo!!!Te felicito, Rafael. Me encantó.
ResponderEliminarFeliz fin de semana. Un abrazo
Fina
Gracias por verlo así Fina.
EliminarUn abrazo y feliz fin de semana también para ti.
si lo has dibujado bellamente pero es triste ehhhhhh , plissssss no cierres ese libro aún seguro tiene para ti versos lindos , precioso un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarEs una metáfora Bea, en realidad cada día abrimos y cerramos una página de "nuestro libro de la vida"
EliminarUn abrazo desde Cantabria.
Rafael, el amor no muere...se queda dormido y en cualquier momento vuelve a despertar en cualquier esquina...en unos ojos que nos miran...Un poema que duele, pero su intensidad es bella e inolvidable, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo madrileño.
M.Jesús
Pues quizás hay que despertar, de vez en cuando, a ese sentimiento que duerme sin saberlo.
ResponderEliminarUn abrazo desde Cantabria.