Yo guardo en el corazón
el aroma de violetas,
el fragor de tu sonrisa,
tus pupilas de inocencia,
y se quedan impacientes
los recuerdos en las venas
recorriendo todo el cuerpo
cual resacas de mareas,
en la mezcla se confunden
con suspiros de sirenas,
y canciones infantiles
que no alcanzan los cometas,
y es un néctar agridulce
que se funde en un poema
con los versos impacientes
que se forman con sus letras.
Yo guardo en el corazón
la rosa que tú me dieras,
el susurro de tus labios
y aquel beso tras la puerta,
y lo guardo, bien guardado,
pues no quiero que se pierdan
los momentos tan sublimes
de aquel día en la ribera,
necesito que palpiten
y que brillen las estrellas,
que la luna me sonría
con su carita tan tierna,
y preciso este detalle,
con su metáfora eterna
para sentir que estoy vivo
y combatir la pereza.
"...Yo guardo en el corazón
los poemas que leyeras,
para escucharlos, sin prisa,
y embriagarme con tu esencia..."
Rafael Sánchez Ortega ©
03/03/18
En el corazón se guardan esa joyas y este poema es un joyero.
ResponderEliminarFeliz noche Rafael.
Un abrazo.
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Tu corazón es el cofre de los tesoros... cada verso es una ofrenda bellísima.
ResponderEliminarMil besitos en la noche, amigo Rafael.
Gracias por tus palabras Auroratris.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Hay metáforas eternas, por eso se escriben poemas como este, Rafael.
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias por tus palabras Verónica.
EliminarUn abrazo.
La metáfora eterna es la que hace escribir poemas, Rafael.
ResponderEliminarAbrazo.
Un abrazo Verónica.
EliminarMuy bello tu sentir, guardar para luego saber que se a vivido amando.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias María del Rosario.
EliminarUn abrazo.
Hermoso poema. En el corazón se debe guardar todo aquello que fue tan significativo.
ResponderEliminarAbrazos.
Cierto Rayén.
EliminarAbrazos.