Un día desperté, en medio de la bruma,
y me sentí desnudo y solitario;
quise levantarme, dar dos pasos,
buscar en el espejo tu figura.
Un día pronuncié tu nombre varias veces
y al repetir el mismo, entre mis labios,
le encontré distante y alejado.
Un día comprendí que ya no estabas
al observar el lecho, que vacío,
decía tantas cosas con su silencio.
Un día salió el sol por la mañana
y sus rayos, tibios,
se posaron en mi cara con ternura.
Un día miré al cielo y vi a mi alma
que me hablaba
y decía que adelante.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/11/18
Estoy con un post de un renacer, parece que el otoño conecta sensaciones a ambos lados del teclado. He usado la segunda persona, sin embargo.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Rafael.
El otoño es culpable de ello, Albada Dos, afortunadamente.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Sí, adelante Rafael, no hay más remedio.
ResponderEliminarAmanecemos y lo primero que viene a la mente es lo que hemos perdido... hay que dar las gracias siempre al universo por darnos un día más...
Ahora estoy en Rodar y Volar, quiero darle vida al blog donde empece.
Feliz noche Rafael.
Un abrazo.
Gracias por tus palabras Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Como en tu poema todos los días sale el sol y con él nuevas ilusiones solo hay que mirar y dejarse llevar por esa brisa que aún siendo ligera nos toca el alma .
ResponderEliminarUn abrazo en la noche .
Gracias Campirela, me alegra de que lo veas así.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
La vida nos da y nos quita, Rafael...Nos va mostrando lo que y a quien necesitamos para seguir adelante con fortaleza y generosidad...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo.
Gracias María Jesús.
EliminarUn abrazo.