Veo las nubes
y tomo su sonrisa
de la mañana.
Son nubles blancas,
de aspecto debilucho
y estimulante.
Anuncian tiempo
de un día apetecible,
en pleno invierno.
Así la nieve,
se asoma, en las montañas,
bajo las nubes.
En el paseo
que dan de madrugada,
dejan caricias.
Su suave roce,
susurros sin palabras
y algún suspiro.
Y todo esto,
que escribo y que imagino,
me dan las nubes.
Versos que nacen,
latidos de la vida,
y poesía.
Por eso el día,
de invierno y de febrero,
llama a la puerta.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/02/25
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