Pero te di
un beso, sin palabras,
aquella tarde.
Fue repentino,
surgió sin darnos cuenta,
y nos besamos.
En un instante
se unieron nuestros labios
en comunión.
Bonito enlace
de néctar y latidos
bajo los cielos.
Éramos jóvenes,
teníamos mil sueños
y nos amábamos.
Hoy, como ayer,
recuerdo aquel momento
y me estremezco.
Oigo suspiros,
susurros de las almas
y nuestros cuerpos.
Y vuelvo atrás,
al sueño y al presente,
porque te quiero.
Ya pasa junio.
Se va la primavera,
llega el verano.
Y aquella tarde,
con olas y resacas,
vive en el alma.
Y en ella busco,
los ojos y los labios
que yo besé.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/06/25
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