Yo buscaba en la noche tu mirada
porque hubiera jurado que, en la calle,
dos pupilas, de nácar, vigilaban,
cada paso que daba hacia adelante.
A la vez que temblaban las farolas
con jirones de brisa de la tarde,
suspiraban las fibras de mi pecho
reclamando el latido de tu sangre.
Yo buscaba tu aliento, Cenicienta,
como un niño perdido en mil saudades,
entregado a volar junto a los sueños
y viviendo, en presente, cada instante.
Pero el hombre cargado de egoísmo,
con los labios sedientos por el viaje,
precisaba la fuente de la vida
la que tú rescataste en los marjales.
Es por eso que espero que tú vengas,
que regreses, de nuevo, como antes,
y que llegues cansada hasta mis brazos
a contarme tus risas y tus planes.
Porque siento tu vida como mía
y en la misma preciso involucrarme
para ser esa mano que te lleve
al jardín donde habitan los rosales.
Porque siempre serás la que decidas,
la que pida a las rosas que le hablen,
la que escuche la voz de las estrellas
y a la luna, la invite para el baile.
Yo estaré a tu sombra, como siempre
y tendré entre mis manos unas llaves,
para abrir esos cofres que el destino
ha dispuesto en el tiempo y las edades.
"...Pero siempre tendrás en esa noche,
(donde brilla la luz de los amantes,
donde nace la tierna poesía),
a los versos con lágrimas mortales..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/02/07
porque hubiera jurado que, en la calle,
dos pupilas, de nácar, vigilaban,
cada paso que daba hacia adelante.
A la vez que temblaban las farolas
con jirones de brisa de la tarde,
suspiraban las fibras de mi pecho
reclamando el latido de tu sangre.
Yo buscaba tu aliento, Cenicienta,
como un niño perdido en mil saudades,
entregado a volar junto a los sueños
y viviendo, en presente, cada instante.
Pero el hombre cargado de egoísmo,
con los labios sedientos por el viaje,
precisaba la fuente de la vida
la que tú rescataste en los marjales.
Es por eso que espero que tú vengas,
que regreses, de nuevo, como antes,
y que llegues cansada hasta mis brazos
a contarme tus risas y tus planes.
Porque siento tu vida como mía
y en la misma preciso involucrarme
para ser esa mano que te lleve
al jardín donde habitan los rosales.
Porque siempre serás la que decidas,
la que pida a las rosas que le hablen,
la que escuche la voz de las estrellas
y a la luna, la invite para el baile.
Yo estaré a tu sombra, como siempre
y tendré entre mis manos unas llaves,
para abrir esos cofres que el destino
ha dispuesto en el tiempo y las edades.
"...Pero siempre tendrás en esa noche,
(donde brilla la luz de los amantes,
donde nace la tierna poesía),
a los versos con lágrimas mortales..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/02/07
El amor une a las almas por toda la eternidad, y en la noche vuelan los sentimientos y se unen en perfecta sincronía, como la tierra y el cielo, Rafael...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu sensibilidad e inspiración.
Gracias por tus palabras María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Entonces tendrá la mejor de las noches,donde brilla esa luz,no hay nada igual...
ResponderEliminarBesos.
Cierto Carmen.
EliminarBesos.
ABRAZOS EN ESTE DIA CON CARIÑO Y AMISTAD .
ResponderEliminarMARINA
Gracias Marina.
EliminarUn abrazo también para ti.
Un hermosísimo poema, dadivoso, como sólo el amor lo es.
ResponderEliminarBesos.
Gracias por tus palabras Marinel.
EliminarBesos.
No podía dejar pasar este poema, Rafael.
ResponderEliminarMe gusta mucho.
este, sin desmerecer otros, de mis preferidos.
Abrazo.
Gracias por fijarte en él Verónica.
EliminarUn abrazo.