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domingo, 15 de julio de 2018
HE AVANZADO EN EDAD...
He avanzado en edad y, sin embargo,
los miedos permanecen.
Es el miedo a vivir y a soñar,
a despertar un día y comprobar
que nada te rodea
y solo permanecen las tinieblas
en este mundo indeciso de personas
y de cosas,
que no sabes definir
y parece te persiguen.
Recuerdo esa otra edad,
la de la infancia,
y veo que, en la misma,
el miedo estaba allí,
en los rincones juveniles
de esos años,
en el respeto y seriedad
de los mayores,
en la influencia de los hombres,
y las gentes,
en una sociedad muy inmadura
que trataba de salir de sus complejos,
en la abundancia de unos pocos
frente a la pobreza y las carreras
por crecer, de una inmensa mayoría
en que yo estaba.
Quizás, por eso, aquellos miedos
fueron distintos,
y era el miedo de los cuerpos
y el destino,
de sufrir enfermedades,
suspender en los estudios,
no tener ese trabajo
que ofreciera algún dinero,
y por fin no conseguir que te mirara
y respondiera,
la persona que llamaba tu atención.
Y es que el amor, en aquel tiempo,
conseguía aglutinar todo el esfuerzo
de luchar y superarte contra el miedo,
de soñar con imposibles,
de mirar y susurrar a las estrellas,
de escribir algún poema en el cuaderno,
de formar una familia en tus deseos,
de vivir, intensamente, cada día,
de enfrentarte al propio miedo,
combatiendo en su terreno...
Y es que ahora, con la edad,
el otoño de los sueños se agudiza
y se ven tantos proyectos marchitados,
tantas rosas y violetas por el suelo,
tantos labios olvidados con sus besos,
y hasta ahogan los latidos su frecuencia
y se pierde, en bajamar, aquel rumor,
con el suspiro que dejaban las resacas
y las olas.
No es momento de hacer cuentas,
ni tampoco de vencer o ser vencido,
es, si acaso, el propio instante de la vida
en que el miedo se agudiza, y es normal,
ya que todo nos asusta y nos aterra,
empezando por la simple soledad
y hasta el silencio,
y hasta sobran y empalagan muchas voces
que se acercan,
todo ello por el miedo y por los miedos,
y sin darnos cuenta que las dudas
y el suspense desembocan en el miedo,
y que éste es muy normal en cada vida
y debemos aceptarle,
no tratando de vencerle
y sí tomarle con respeto,
como eterno compañero de este viaje
en que ahora estamos,
con su dosis de prudencia
y sin angustias.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/07/16
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El miedo vive con nosotros todos los días de nuestra vida y va mutando con los diferentes riesgos .
ResponderEliminarEl poema el bellísimo
Creo que es como dices, Edith.
EliminarUn abrazo y gracias.
Buena tarde de domingo amigo , la edad tiene esas cosas que nos hace reflexionar en los miedos. como bien dices a la enfermedad, a la soledad y tantas cosas pero que si recuerdas bien cada etapa de la vida conlleva miedos , solo hay que saber canalizarlos y aceptar que el paso del tiempo tiene también alegrías como es la sabiduría del día a día.
ResponderEliminarTe deseo un resto de tarde llena de felicidad .
Gracias por tus palabras y deseos, Campirela. Yo también te deseo un final del día tranquilo y una linda noche.
Eliminarun abrazo.
La vida está llena de miedos, en todas las edades están allí al costado como recordándole cómo y quiénes somos...
ResponderEliminarBonito escrito amigo, un beso gigane al alma. Muak.
Gracias por tu comentario Pau.
EliminarUn abrazo y besos al alma.
me encanta una frase de Wilde que dijo: "La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno sigue siendo joven."
ResponderEliminarel balance hay que hacer con esperanza por lo que queda... besos!!
Tenía razón JLO.
EliminarBesos.
Es parte nuestra y es normal tener miedo, lo lamentable sería temer al miedo, porque ese nos paraliza, el otro es un constante compañero de vida.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Mujer Virtual.
EliminarUn beso.
El miedo nunca nos abandona, solo cambia de color. El miedo del otoño es tan gris y opaco...
ResponderEliminarMil besitos en la noche, amigo Rafael y muy feliz inicio de semana.
Será, entonces, ese "miedo del otoño", Auroratris.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Creo que todos tenemos miedos, los de la infancia ya pasaron, hoy es otro el temor, a veces logramos vencerlo, y otras nos persigue el muy ladino hasta dejarnos sin dormir.
ResponderEliminarmariarosa
Es algo con lo que hay que saber convivir, María Rosa.
EliminarUn abrazo.
El miedo, con diversas caras, convive con nosotros. Pero llegar a una edad es haber superado los miedos del camino.
ResponderEliminarMuy ben poema, donde la voz de los años hace balance, de alguna forma. Un abrazo
Totalmente de acuerdo, Albada Dos.
EliminarUn abrazo y gracias por tus palabras.
El único miedo que deberíamos sentir es "no sentir miedo" porque entonces seríamos seres fríos e incapacitados. Por nuestra naturaleza es imposible no tener temor de ir hacia horizontes desconocidos, incluido el amor que siempre es una aventura vertiginosa. En un viaje como lo es la vida, prefiero viajar que quedarme paralizada, así sienta ese maravilloso miedo que me revela que soy sensible y estoy viva.
ResponderEliminarAplaudo tu tema amigo.
Besos.
Gracias por tus palabras en este tema tan interesante, Paty. Es cierto que tener miedo es sinónimo de estar vivo y quizás por eso, (en una de las múltiples razones), nos aferramos a la vida y sintamos ese "miedo". Pero si no lo tuviéramos quizás ya estaríamos muertos, (como dicen algunas filosofías). En fin, tema para verlo de muchas maneras.
EliminarUn abrazo en la tarde y gracias por tu comentario.
El miedo es normal, el miedo se pierde al pasar el tiempo cambia, solo la nostalgia de saber que nos vamos, que estamos por pasar a otra instancia diferente por descubrir.
ResponderEliminarAbrazo
Gracias por tu comentario María del Rosario.
EliminarAbrazo.
Siempre nos acompaña el miedo, así es.
ResponderEliminarTodo lo que he leído es certero y nos hace.
Con la edad vamos llenándonos de realidad y desencanto aunque a veces, tenemos momentos de felicidad.
Abrazo, Rafael.
Suscribo tus palabras Verónica.
EliminarUn abrazo.
Los miedos van cambiando y evolucionando con la edad.
ResponderEliminarDebemos intentar que no nos paralicen.
A veces es muy complicado...
Tienes razón Carmen.
EliminarUn abrazo.