Tarde
Fuimos una generación nueva
que buscaba en las tardes
los paseos con amigos
para charlar allí de las cosas
que ocurrían a nuestro alrededor.
Por ese unos éramos demócratas
y otros republicanos,
había creyentes, practicantes
y hasta agnósticos,
en una nación detenida y sin existir,
que vivía de recuerdos y nostalgias.
Admirábamos las películas americanas
y veíamos en ellas una cultura a copiar
y una sociedad para vivir
que no teníamos.
También notábamos ya las debilidades
de la misma,
y era feo saber de Hiroshima,
de Vietnam y de las organizaciones
mafiosas y sindicales de aquel gran país
que nos servía de referencia.
Pero se alegraban los ojos
con el ron y la cocacola,
con el coñac y el whisky
en las discotecas,
entre un baile de cuerpos y luces
mientras dejábamos la política
aparcada por unas horas.
De vez en cuando se miraba al cielo
con miedo,
y algunos marchaban a cursillos de cristiandad
para encontrar el equilibrio colectivo
de una moral que yacía abandonada
por las almas en los conventos.
Almas dormidas e inquietas
que empezaban a soñar
y que buscaban las páginas
de autores y poetas
como Bécquer, Unamuno, Diego,
Hierro y tantos otros,
desde Lorca a Machado,
siguiendo con Hernández, Alberti,
incluso con Darío y Benedetti.
Luego volvían las almas a los cuerpos
en una fusión intermitente
y empezaban a nacer las inquietudes,
brotaban los tempranos pensamientos
y vibraban los rescoldos
de una nueva primavera...
Así, sin darnos cuenta,
entrábamos en ella.
Y llegó, de pronto, y nos abrazó
aquel huracán desconocido,
aquella mezcla de un todo,
que abrasaba las entrañas
y quemaba los sentidos
con tanta libertad...
Y pasamos de vivir y de luchar
en una edad semi romántica,
a trotar en una senda que empujaba
y que invitaba a caminar
tras mil banderas diferentes
con eslóganes y frases
que surgían de la nada
y llevaban hasta un mundo diferente,
separado por mil puentes.
...Hoy revivo aquel momento de la historia.
Me detengo en un instante mientras miro
aquellas páginas, marchitas, de un pasado,
que no vuelve.
Hay sonrisas que se quedan congeladas
en los labios,
hay promesas que recuerdas y que guardas,
hay suspiros que recoges olvidados,
hay campanas que se escuchan con latidos,
hay momentos de ese tiempo
que quisieras repetirlos...
...Al final te consuelas, mientras piensas
que estás aquí, tras estas letras,
y que, para bien o para mal,
tienes suerte de contarlo.
(Unas lágrimas por ti y para ti,
con una sonrisa,
querido amigo y compañero,
que no pudiste conseguir
aquel mundo de ficción
y te quedaste en el camino.
Te veo allí, tras esas puertas
de un otoño señorial
confundido, como yo,
en tantos sueños
de una nueva primavera)
Rafael Sánchez Ortega ©
20/05/20
Rafael, hoy magistral. Nada más y nada menos.
ResponderEliminarAbrazos .
Gracias Campirela.
EliminarAbrazos.
Toda una historia de vida Rafael, sueños, quimeras vividas y perdidas, convertidas en poesía. Muy bello.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Esta noche pienso en ese niño que pasa su vida metido en un piso porque sus padres no se atreven a dejarlo solo...qué recuerdos ni qué vivencias tendrá de su niñez cuando hay un superior que le dicta qué debe de hacer o no.
ResponderEliminarCon el nacimiento comienza una nueva vida y con ella la formación como persona. No sabrá muchas cosas de la gente de los pueblos que jugábamos en la calle y en el campo a cosas que ahora clamarían al cielo. No conocerían desde pequeños cosas que le servirían para un futuro porque todo se convertiría en una laguna del no saber...
La educación no está en la escuela ni en los padres, también está en las cosas que te sucedan y eso se lo pierden los niños que se han criado en un piso...La vida interior tiene miles de detalles que nadie nos enseñan mas que por nosotros mismos y la memoria, nos dice quienes somos. Muchos niños no saben de su niñez cuando sean mayores y eso es un problema para la sociedad.
Totalmente de acuerdo, Buscador.
EliminarUn saludo.
Rafael, toda una vida en versos..
ResponderEliminarHay sonrisas que se quedan congeladas
en los labios,
hay promesas que recuerdas y que guardas,
hay suspiros que recoges olvidados,
hay campanas que se escuchan con latidos,
hay momentos de ese tiempo
que quisieras repetirlos...
Me quedo con esta estrofa!!! Algunas cosas, momentos, personas nos acompañaran hasta el final!!! Mi abrazo! Un bello poema!!
Gracias por fijarte en estas letras, Eli Méndez.
EliminarUn abrazo.
Es bonito recordar junto a ti a través de tus letras Rafael. Siempre quedan sonrisas congeldas en los labios y promesas que no se olvidan. Afortunados somos los que aún conservamos amistades de aquellos años en que se alegraban los ojos con el ron con cocacola jeje Te dejo mi abrazo de siempre!
ResponderEliminarEs cierto lo que dices, Lady Blue.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Tiempo de guateques, y de estreno de democracia.
ResponderEliminarBuenos recuerdos. Un abrazo
Cierto, Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
Todo un homenaje a un pasado, que nos ayudó a madurar, a pensar y a valorar las cosas importantes de la vida. Hoy, muchos se han quedado en el camino y lo sentimos en profundidad, amigo. Somos pasado y presente, que caminamos cada día, que seguimos creyendo en la buena voluntad y en los valores humanos, que ojalá se fortalezcan con esta pandemia. Muy bueno, Rafael.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por este torrente de sentimientos que nos dejas.
Gracias por tu comentario María Jesús, es como dices.
EliminarUn abrazo.
El pasado no vuelve, no, para bien y para mal, ya es historia.
ResponderEliminarQueda el recuerdo y el aprendizaje.
El poema me llevó a tus recuerdos y en muchos aspectos, me hizo recordar y reflexionar.
Abrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
EliminarAbrazo.
el pasado es cadáver profundas letras, precioso, amigo un abrazo desde mi Brillo del mar
ResponderEliminarGracias Bea.
EliminarUn abrazo.