Abre la puerta,
que vengo muy cansado.
¡Déjame entrar!
Perdí los sueños
que un día me llevaron
lejos, muy lejos.
Ahora, los años,
vencieron mi soberbia
y estoy aquí.
Vengo de vuelta
y el polvo del camino
cubre mi cuerpo.
No tengo nada,
ni sueños ni ambiciones.
¡Quiero dormir!
Si tú me dejas
prometo no incordiarte
ni molestarte.
Solo un rincón
preciso, de tu casa,
donde no llueva.
Porque mis lágrimas
no afloran de los ojos
que se han secado.
¡Abre la puerta!,
te pide la inocencia
que me acompaña.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/11/20
En este caso se trata de la clásica escena de ese personaje que sufre en la vida sentimentalmente y que en un momento dado renuncia a seguir luchando y se considera derrotado en la batalla de la vida. Entonces vuelve sobre sus pasos y pide a la persona amada, quizás una utopía, que "le abra la puerta" y le deje pasar para dormir en ese tiempo final de su vida.
Lo has dejado muy buen explicado hay momentos en la vida que uno no quiere seguir luchando y se rinde y solo desea una mano amiga que le de esa pequeña seguirdad para seguir vivo a como de lugar. Un abrazo y feliz noche.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.
Historias que se repiten a lo largo de la vida. A veces son los amores, otras son los hijos que regresan a la casa de sus padres cuando algo no ha estado bien en sus vidas..Un bello poema Rafael, cargado de esa nostalgia que solo conoce el que paso por la situación. Fuerte abrazo
ResponderEliminarSí, Eli Méndez, es como dices.
EliminarUn abrazo y gracias.
Me ha venido a la mente " abre la puerta niña" no recuerdo de quien ahora mismo, a sí, de Triana,
ResponderEliminarPreciosos estos versos.
Feliz día. Un abrazo
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Me encantan este tipo de puertas, tengo un álbum lleno... (quizá me anime a ir subiéndolas ...)
ResponderEliminarBesos.
Sí, son bonitas, Laura. Espero las tuyas.
EliminarBesos.