Cargada la mochila,
repleta de esperanzas,
buscaba en los senderos
la paz de la montaña.
Caminos misteriosos
que acogen y te hablan,
con peñas y lapiaces
que entregan sus migajas.
Figuras muy difusas
de nieblas que se escapan
y brumas misteriosas
que envuelven y te abrazan.
Arriba los peñascos,
las cimas siempre altas,
buscando entre las nubes
quizás lo que nos falta.
Abajo los Concejos,
los pueblos con sus casas,
y algunos invernales
se ven en las majadas.
Hay fuentes y arroyuelos
que alivian a las vacas,
también a los pastores
tras largas caminatas.
La brisa llega suave
del fondo de las brañas,
y mueve los espinos
curtiendo bien las caras.
Las cimas nos contemplan
y esperan las llegadas,
del hombre, en su locura,
retándole a las cabras.
"...Cargada la mochila
se mueven las espaldas,
ya inicia el montañero
la cura de su alma..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/05/17
uufff me gustó mucho cuando dices "mochila cargada de esperanzas " uuff uuff... los pueblos con sus casas.. y la brisa me calma gracias hermoso y profundos versos amigo un abrazo , tus versos bálsamo un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarGracias por tu comentario Bea.
EliminarUn abrazo.
Como amante de la naturaleza te podrás imaginas cómo me ha gustado este poema, Rafael.
ResponderEliminarDesde los peñascos ese cielo con sus nubes abrigan esperanzas.
Abrazo.
Es que la montaña tiene algo especial Verónica.
EliminarUn abrazo.
Me encanta que la montaña nos cure el alma y nos eleve el espíritu, amigo...Muy bello homenaje a todos esos montañeros, que se superan en la escalada.
ResponderEliminarMi felicitación y feliz semana, Rafael.
Es que la montaña tiene un encanto especial María Jesús.
EliminarUn abrazo.