Se pasan los días, también las semanas,
las hojas marchitas no florecerán,
se visten los campos de un gris de ceniza
y el trigo en la aldea se cambia por pan.
Las fechas transcurren con lenta tristeza
y en ellas la brisa me besa al pasar,
me anima y me abraza, también me susurran,
palabras silentes de eterna bondad.
No sé lo que pasa ni sé lo que ocurre,
el pecho se agita y me siento fatal,
me quema el aliento, la sangre en las venas
cabalga alocada buscando la paz.
Yo busco la risa y la paz de tus ojos,
la eterna caricia que sé que vendrá,
ya sé que la llevas guardada en el alma
cual rosa temblando robada al rosal.
¡Qué triste está el mundo plagado de envidias
que solo conducen y llevan al mal!,
¡Qué pena de niños con ojos azules
ansiosos de vida, de luz y verdad!
Si acaso existiera la mano tendida,
del hombre hacia el hombre queriendo cambiar,
el pan por el hambre, la paz por la guerra,
las cosas serían distintas sin más.
El mundo vería distintos los días,
mañanas y tardes de bien y sin mal,
los niños tendrían sus juegos tranquilos,
también soñarían con playas y mar.
Un día cualquiera, en la eterna utopía,
entrando el invierno, vendrá Peter Pan,
a estar con los hombres que antaño eran niños,
creando la isla del Nunca Jamás.
Y así quedarían los hombres aquellos,
canijos, bajitos, con garbo y con sal,
hermanos de sangre sin patria y fronteras
tan solo viviendo la fiel realidad.
"...Se pasan los días, también las semanas,
yo sé que la vida transcurre y se va,
y sé que los sueños son flores marchitas
del alma que, un día, nació para amar..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/12/17
Es maravilloso tu poema. Ojalá algún día el hombre se de cuenta y cambie. Abrazo
ResponderEliminarGracias Alicia.
EliminarUn abrazo.