Sueños atados
quedaron en el tronco
de un viejo roble.
En sus recuerdos
dejamos la inocencia
y juventud.
Besos robados,
caricias primerizas
y una pasión.
Pasado un tiempo
volvimos hasta el bosque
en el otoño.
El viejo roble
mostraba sus heridas
y su tatuaje.
Era un candado,
dos letras en el mismo
y una oración.
Y renacieron
los sueños del pasado
con sus latidos.
Miré tus ojos,
hablamos sin palabras,
besé tus labios.
Pero los sueños,
son sueños simplemente,
¡y tú no estás!
Rafael Sánchez Ortega ©
11/05/20
Hola Rafael amigo el roble es un árbol fuerte y dura una eternidad, y en la vida las cosas cambian bonito poema besitossssssssss
ResponderEliminarCierto, Embrujo, eso dicen por aquí.
EliminarUn abrazo.
A veces los sueños son más reales que la propia vida…
ResponderEliminarBello y sentido…
Siempre un placer leerte, Rafael.
Abrazos, y feliz finde.
Gracias Ginebra, me alegro de que te gusten mis letras.
EliminarUn abrazo y feliz finde.
Esos robles que están llenos de corazón y promesas quién no ha dejado alguno en ellos. Precioso poema. Un abrazo y feliz tarde.
ResponderEliminarPues si, Campirela, aunque sea solo con la vista y el pensamiento.
EliminarUn abrazo en la noche.
Como se suele decir: los sueños, sueños son.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Laura.
EliminarBesos.
Cada otoño renacen los sueños que tuvimos un día. Ojalá pronto todo lo deseado renazca.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojalá, Albada dos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese viejo roble cargado de recuerdos y sueños me ha encantado, Rafael...Si pudiera hablar te diría muchas cosas, ellos son maestros y fieles testigos del tiempo, que nos siguen dando lo mejor y animando a seguir adelante. Bellísimo, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo admirado, Rafael.
¡Cuánto guarda, María Jesús!
EliminarUn abrazo.
Hermosos sueños que quisiéramos volver a revivir.
ResponderEliminarCierto, Galilea.
EliminarUn abrazo.
En el recuerdo hay un revivir, aunque suele dejarnos nostalgia.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Cierto Verónica.
EliminarAbrazo.