Bailaban las estrellas en la noche
con música divina celestial
y yo me contagié de su dulzura
soñando que ya era un Peter-Pan.
Seguía tras las alas del cometa
buscando campanillas de cristal
y entonces me encontré que me llamaban
las olas y resacas del hogar.
¡Qué danza más hermosa me brindaron,
y alfombras con blancura sinigual,
las flores que tejían los latidos
de un arpa que sonaba sin parar!
Pasaron las gaviotas presurosas
y algunos cormoranes, al final,
buscando la rutina de la tarde
y el sol que les llegaba a calentar.
Bailaban los poemas en el alma
del niño con sus versos de rapaz,
y aquella lengüecilla temblorosa
cantaba a la sirena de altamar.
"...No llores sirenita de mi alma
preciso de tus nanas y tu paz,
abrázame muy fuerte en esta noche
y llévame contigo hasta la mar..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/05/23
Un poema tierno, musical, donde se devela la dulzura e imaginación de un alma que comienza a vivir, o que regresa a ese tiempo conectándose tan solo con su anhelo y sus letras.
ResponderEliminarEs muy hermoso amigo, mi abrazo para ti.
Paty
Gracias por tus palabras Paty.
EliminarUn abrazo.
Como un canto de sirena, musical y dulce, ternura y elegancia.
ResponderEliminarGracias Ester
EliminarUn abrazo.
Un cuento poesía que me ha gustado mucho. Gracias, Rafael. Besotes.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
El ritmo es brutal. Esa sirenita de cuento aquí se hace ternura total. Que no llore nunca.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz día, Rafael
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo.