Estaba la estación, en solitario,
carente de ilusión y de alegría,
los trenes demoraban su presencia
ajenos al latido de la vida.
Raíles silenciosos y dormidos,
traviesas separando bien las vías,
andenes murmurando la desgracia
de estar en una espera ya infinita.
Ajenas a esta escena, que comento,
volaban unas tiernas golondrinas,
cruzaban con sus alas seculares
en forma de piruetas surrealistas.
Cruzaban la estación, abandonada,
rozando aquel reloj y campanilla,
señales de otros tiempos ya pasados
feraces en las idas y venidas.
El uno señalaba los minutos
restantes con sus dulces manecillas,
la otra, la campana, aquel momento,
con orden hacia el tren en la salida.
Recuerdos detenidos en la bruma
de un tiempo de ilusión y fantasía,
viajando a los destinos y fronteras,
allí, donde florecen margaritas.
Por eso la estación tan solitaria
espera un nuevo tren en su vigilia,
y mira con sus ojos silenciosos
el largo recorrido del tranvía.
El tiempo ha transformado la distancia,
se cierran estaciones y taquillas,
se busca rapidez, y el poco tiempo,
y el viaje que aminore, así, tus prisas.
"...No sé si la estación se lo merece,
quizás será el recuerdo de algún día,
aquel en que soñamos, como niños,
viajar hacia la tierra prometida..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/10/15
carente de ilusión y de alegría,
los trenes demoraban su presencia
ajenos al latido de la vida.
Raíles silenciosos y dormidos,
traviesas separando bien las vías,
andenes murmurando la desgracia
de estar en una espera ya infinita.
Ajenas a esta escena, que comento,
volaban unas tiernas golondrinas,
cruzaban con sus alas seculares
en forma de piruetas surrealistas.
Cruzaban la estación, abandonada,
rozando aquel reloj y campanilla,
señales de otros tiempos ya pasados
feraces en las idas y venidas.
El uno señalaba los minutos
restantes con sus dulces manecillas,
la otra, la campana, aquel momento,
con orden hacia el tren en la salida.
Recuerdos detenidos en la bruma
de un tiempo de ilusión y fantasía,
viajando a los destinos y fronteras,
allí, donde florecen margaritas.
Por eso la estación tan solitaria
espera un nuevo tren en su vigilia,
y mira con sus ojos silenciosos
el largo recorrido del tranvía.
El tiempo ha transformado la distancia,
se cierran estaciones y taquillas,
se busca rapidez, y el poco tiempo,
y el viaje que aminore, así, tus prisas.
"...No sé si la estación se lo merece,
quizás será el recuerdo de algún día,
aquel en que soñamos, como niños,
viajar hacia la tierra prometida..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/10/15
Estaciones abandonadas, historias de vidas que han quedado en sus andenes y que tu poema hoy rescata con la maestría de siempre.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias por esa visión que haces de mis versos, María Rosa.
EliminarUn abrazo.
bellos versos Rafael...
ResponderEliminarfeliz fin de semana con un abrazo
Marina...
En mi anterior veo que entraron mis dos comentarios.
gracias
Gracias por tus palabras Marina.
EliminarUn abrazo y también feliz fin de semana para ti.
Cuánta nostalgia hay en tus versos, Rafael. Me gusta!
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro entonces eRRe.
EliminarUn abrazo.
Es una pena que tantas y tantas estaciones testigos mudos de tantos encuentros y despedidas .. ahora solo esperen el paso de un pajaro a vuelo lento que se detenga en cualquiera de sus bancos a descansar
ResponderEliminarprecioso poema
un abrazo
Es cierto y da un poco de pena y nostalgia, ¿verdad, Piel?
EliminarUn abrazo en la tarde y gracias por tu comentario.