Recuerdo que, de niño,
contaba las estrellas,
y pronto me cansaba
dormido entre sirenas.
¡Qué ratos tan hermosos
y llenos de inocencia,
aquellos que vivimos
creyendo en las leyenda!
Los días se paraban,
igual que en los poemas,
las rosas sonreían
y estaban muy coquetas.
Y yo en aquella playa
corría por la arena,
siguiendo a las gaviotas
nerviosas y traviesas.
Recuerdo que, de niño,
quería ser poeta,
el hombre que rimara
los versos y las letras.
Quería ser marino
bogando en mi trainera,
y un nuevo Don Quijote
en pos de Dulcinea.
Y todo un sinsentido
de un mundo de quimeras,
producto de unos años
buscando los cometas.
...Y ahora, en el otoño,
sonrío, con pereza,
recuerdo todo aquello
y muevo la cabeza.
Recuerdo que, de niño,
rezaba con frecuencia,
alzaba las pupilas
buscando una respuesta.
Silencio contenido,
miradas indiscretas,
los dioses no responden
al hombre que comienza.
Las sombras alargadas
persiguen mi silueta,
y el viento del oeste
azota con fiereza.
Atrás quedó el recuerdo
de brisas y de sedas,
de besos y suspiros
perdidos en la niebla.
"...Recuerdo que, de niño,
tenía, con frecuencia,
tus versos en mis labios,
Amor, aunque no creas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/11/15
contaba las estrellas,
y pronto me cansaba
dormido entre sirenas.
¡Qué ratos tan hermosos
y llenos de inocencia,
aquellos que vivimos
creyendo en las leyenda!
Los días se paraban,
igual que en los poemas,
las rosas sonreían
y estaban muy coquetas.
Y yo en aquella playa
corría por la arena,
siguiendo a las gaviotas
nerviosas y traviesas.
Recuerdo que, de niño,
quería ser poeta,
el hombre que rimara
los versos y las letras.
Quería ser marino
bogando en mi trainera,
y un nuevo Don Quijote
en pos de Dulcinea.
Y todo un sinsentido
de un mundo de quimeras,
producto de unos años
buscando los cometas.
...Y ahora, en el otoño,
sonrío, con pereza,
recuerdo todo aquello
y muevo la cabeza.
Recuerdo que, de niño,
rezaba con frecuencia,
alzaba las pupilas
buscando una respuesta.
Silencio contenido,
miradas indiscretas,
los dioses no responden
al hombre que comienza.
Las sombras alargadas
persiguen mi silueta,
y el viento del oeste
azota con fiereza.
Atrás quedó el recuerdo
de brisas y de sedas,
de besos y suspiros
perdidos en la niebla.
"...Recuerdo que, de niño,
tenía, con frecuencia,
tus versos en mis labios,
Amor, aunque no creas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/11/15
uufff Rafael , esta lleno de inocencia, de magia de belleza así que soñabas ser Poeta desde niño joooo con razón escribes cosas tan linda de infancia estos versos parecen un cuento de hadas aunque en el otoño a veces te de pereza jejejeje, muy lindo me encantó , un abrazo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarQuizás algún día publique aquellos versos que ya con mis primeros años iban trazando mis dedos. En realidad son muy infantiles, Bea, pero ya en ellos hablaban de "princesas", ¿por qué sería...? Es la eterna pregunta que aún me hago.
EliminarUn abrazo desde cantabria.
Es toda una añoranza a la vida y a esos años que sin darnos cuenta van pasando y dejan ya en el presente cada vez más claros, todos aquellos sueños dorados y los que no fueron tanto.
ResponderEliminarEl poema es precioso y la imagen del niño va en consonancia.
Yo también soñaba de niño ser poeta. ¡Lindos años!
Otro abrazo Rafael.
Gracias por tus palabras, Juan. Creo que muchos hemos soñado lo mismo.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Que maravillosa la infancia, que todo nos asombra y nos alegra, precioso poema Rafael!
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Carmen.
EliminarUn abrazo.
Nada tan fantástico nos pasó en nuestra infancia como contemplar las estrellas.
ResponderEliminarDulce mirar de ensueño.
Cierto Tecla.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Recuerdos de ternura,versos de cuento.
ResponderEliminarBesos.
Gracias sinceras, Carmen.
EliminarBesos.
Precioso
ResponderEliminary no dejes de contar estrellas .. ellas tejen los mejores puentes para los sueños
un besito
Así es Piel, por eso sigo contándolas, de vez en cuando.
EliminarOtro "besito" para ti.