Estabas sola
en un acantilado
sobre la costa.
Te vi y dudé,
¿qué hacías, margarita,
mirando al mar?
Fui a tu lado
llenando mis pupilas
con tu figura.
Cerré los ojos
para forjar un sueño,
y verte en él.
Pero la gracia,
la esencia de tu embrujo,
me fascinó.
Dejé mis sueños
perdidos en la nada
y fui a los tuyos.
¡Qué maravilla
mezclarme con tu mundo
de fantasía!
El mar, las algas,
los barcos navegando
con devoción.
Hubo un suspiro
y un beso de mis labios
para tus pétalos.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/06/20
Ay esos suspiros mirando la roca.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde
Gracias Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
Un paseito por la playa fui a dar esta mañana.
ResponderEliminarHacía frío, pero que bien me sentó. Besos.
Me alegro, Laura.
EliminarBesos.
Y es que el amor todo lo enaltece e ilumina. Precioso poema, amigo RAfael.
ResponderEliminarMil besitos en la noche.
Gracias Auroratris.
EliminarUn abrazo.
El amor, que seria la vida sin él. En todas las cosas lo podemos hallar. Un abrazo y feliz semana.
ResponderEliminarCierto, Campirela.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Y sus pétalos, ensoñados y sonrojados, te invitaron a navegar…
ResponderEliminarAsí como nosotros con tus bonitos versos, querido amigo.
Abrazo grande, y muy feliz semana.
Gracias Ginebra, me alegro que te gustaran esos versos.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Estaba sola pero le dejaste a la bella y silvestre margarita estos versos encerrados en un suspiro de poeta. Es casi seguro que lo entendió, porque las plantas escuchan y si no puedes preguntárselo al mar, que siempre contesta con ese sonido característico pero diferente al romper de sus olas.
ResponderEliminarBonitos y melancólicos versos Rafael. Un abrazo
Gracias por tus palabras, Juan.
EliminarUn abrazo.
Que bonito poema, toda la ternura del amor está en sus versos.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.