martes, 22 de junio de 2010

HAY VECES QUE SE PARAN LOS RELOJES

Hay veces que se paran los relojes
y el tiempo se suspende en el vacío,
existe soledad en muchas almas
que piden atenciones y cariños.

El tiempo detenido es como un cuadro,
imágenes posando sin sentido,
la eterna melodía de lo absurdo
que sueñan los poetas y los niños.

Entonces, con la sangre descansando,
se nota la carencia de latidos,
la ausencia de ese aire que no llega,
el beso del pasado junto al río.

Arriba, las estrellas, silenciosas,
contemplan ese cuadro con su brillo,
esperan que reanuden los relojes
el tiempo tan precioso que han perdido.

Los hombres se han quedado silenciosos,
sus labios reteniendo los suspiros,
los duros corazones remendados,
contienen esos versos oprimidos.

Los versos de la vida detenida,
aquellos que trazaron en escritos,
la pluma del juglar enamorado,
con tinta y en papeles amarillos.

La tinta de la sombra de la noche
bañando los jardines y los lirios,
sacando letra a letra a los papeles
profundos sentimientos que han nacido.

No lloran las sirenas en la playa,
sus lágrimas son gotas del rocío,
no llegan golondrinas en la tarde,
ni alegran los segundos con sus trinos.

El tiempo está parado en los relojes,
retiene los minutos tran precisos,
aquellos que la vida nos ha dado
los mismos que los hombres han perdido.

Se pierden los instantes de la vida,
se ahogan los segundos tan precisos,
se queda solitario y en silencio
un tierno corazón, que se ha dormido.

Rafael Sánchez Ortega ©
22/06/10

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