viernes, 25 de junio de 2010

UNA DENSA TELARAÑA

Una densa telaraña
se cruzó por mi camino,
era firme y era negra
envolviéndome en sus hilos.

Eran hilos de bramante
que envolvían mis tobillos,
eran cruces y cañadas
con oscuros pasadizos.

No sabía que las sombras
me esperaban con sigilo,
para darme rosas negras
enredadas con los lirios.

Rosas negras, rosas blancas,
rosas tiernas de amarillo,
que creceis en los jardines
de un oculto paraíso.

Evitad las telarañas
y ese abrazo tan amigo,
esa manta protectora
que te impide ser tu mismo.

Hay callejas en la noche
e intrincados laberintos,
hay lechuzas que susurran
más allá del infinito.

Sin embargo no las temas,
aunque sientas mucho frío,
aunque sientas en el alma
el acero del cuchillo.

Sólo son unas tinieblas,
sensaciones sin sentido,
nebulosas que en la vida
parpadean con su brillo.

Por lo tanto, con tus dudas,
marcha lejos del abismo,
y rechaza telarañas
protectoras y de abrigo.

Hay canciones en la noche
y en tu cuerpo mil gemidos,
que se incendian y te llaman
escapándose en un grito.

Es un grito con tu nombre
primavera que has partido
apagando la pasiones
y dejándonos tu hechizo.

"...Una densa telaraña
dejó un beso dulce y tibio,
era fría y era densa
como el agua de los ríos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
25/06/10

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