martes, 29 de junio de 2010

ME PIERDO POR LA CUEVA DEL DESTINO

Me pierdo por la cueva del destino
en busca de la luz y la esperanza,
hay una oscuridad que me rodea
y tengo la linterna a mis espaldas.

La sombra de mi cuerpo se confunde,
se mezcla con las sombras y la nada,
se queda extraviada en el pasado,
con mezcla de violetas y nostalgia.

Camino pese a todo paso a paso,
camino como el ciego con su vara,
el blanco bastoncillo con sus dudas
buscando las paredes y las almas.

No sé si en los rincones de la cueva
habrá alcantarillas con sus trampas,
oscuros vertederos de la vida
que salen a la ría, en las cloacas.

Afuera de la cueva está otra vida,
la mía entre las sombras encantadas,
ajena a los sonidos de las aves,
en busca de esa luz en lontananza.

La cueva se hace eterna, interminable,
no sabe ni de tiempos ni distancias,
no sabe de latidos que resuenan
y piden todo aquello que les falta.

El punto luminoso ya se acerca,
el tiempo cubre el pelo con mis canas,
la mano entumecida tiembla un poco
y sueña con la puerta de llegada.

Los pasos se aceleran con los años,
y el viejo corazón rompe y se rasga,
aún faltan unos pasos solamente,
la luz de la ventana está cercana.

¡Espera corazón, aguanta un poco!
la herida de la espina ya no sangra,
afuera está la barca y el barquero,
la vida con la luz tan deseada.

Recuerda que has luchado por la vida,
la cueva de tu vida tan amarga,
atrás dejaste sombras y tormentas,
y es hora de vivir, mirando el alba.

El alba de tu vida que comienza,
sin penas, sin recuerdos ni nostalgias,
es hora de soñar, mirando al cielo
amando simplemente sin palabras.

Rafael Sánchez Ortega ©
29/06/10

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