Largas, largas son las noches
entre tubos y silencios,
con goteros que resbalan
los calmantes y los sueros.
Una noche como tantas
en que escucho a los enfermos,
en que leo sus palabras
más allá del sufrimiento.
Porque el alma no se para
por dolores y por miedos,
ella sigue su camino,
paso a paso en el sendero.
Hay un pecho que susurra,
es un grito hacia los cielos,
son palabras de los labios,
de la mente balbuceos.
Simplemente las escucho
y me acerco con recelo,
al enfermo que musita
esas frases que no entiendo.
Es mi madre y tengo frío,
miro el pulso y el gotero,
va mi mano hasta su cara
a su frente con anhelo.
Pasa un coche por la calle,
quizás lleve algún enfermo,
son segundos que se roban
a las sombras y los sueños.
Más la noche continúa,
hay llamadas de terceros,
son los timbres que reclaman
a enfermeras y a los médicos.
"...Largas, largas son las noches,
yo respeto sus silencios,
sin estrellas y sin lunas
y aferrándome a sus dedos..."
Allí siento los latidos
de ese pulso mas bien lento,
ese pecho que combate
y que plasmo en estos versos.
Es mi madre yo me digo
y quisiera ser el viento,
y llevarla en esta noche
por el cielo de paseo.
Más soy hombre simplemente,
y por ello sólo rezo,
pido a Dios mientras escribo
y le digo lo que siento.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/06/10
entre tubos y silencios,
con goteros que resbalan
los calmantes y los sueros.
Una noche como tantas
en que escucho a los enfermos,
en que leo sus palabras
más allá del sufrimiento.
Porque el alma no se para
por dolores y por miedos,
ella sigue su camino,
paso a paso en el sendero.
Hay un pecho que susurra,
es un grito hacia los cielos,
son palabras de los labios,
de la mente balbuceos.
Simplemente las escucho
y me acerco con recelo,
al enfermo que musita
esas frases que no entiendo.
Es mi madre y tengo frío,
miro el pulso y el gotero,
va mi mano hasta su cara
a su frente con anhelo.
Pasa un coche por la calle,
quizás lleve algún enfermo,
son segundos que se roban
a las sombras y los sueños.
Más la noche continúa,
hay llamadas de terceros,
son los timbres que reclaman
a enfermeras y a los médicos.
"...Largas, largas son las noches,
yo respeto sus silencios,
sin estrellas y sin lunas
y aferrándome a sus dedos..."
Allí siento los latidos
de ese pulso mas bien lento,
ese pecho que combate
y que plasmo en estos versos.
Es mi madre yo me digo
y quisiera ser el viento,
y llevarla en esta noche
por el cielo de paseo.
Más soy hombre simplemente,
y por ello sólo rezo,
pido a Dios mientras escribo
y le digo lo que siento.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/06/10
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