Escucho silbar al viento
su lamento por la calle,
y mi cuerpo se estremece
cuando suena en los cristales.
Son las ráfagas del norte,
con sus lluvias abundantes,
las que vienen con el viento
y nos llenan de saudades.
Viejos días de la infancia,
de recuerdos maternales,
arrimados en los fuegos
al calor de los hogares.
Eran años de penumbra
y tener necesidades,
con faroles y candiles
y durmiendo en los pajares.
Los tejados de las casas,
malheridos en compates,
ofrecían mil goteras
por la noche sin cansarse.
Eran tiempos de carreras,
de barreños y orinales,
intentando poner orden
a un diluvio con sus ayes.
El concierto de la lluvia,
las goteras tan reales,
contrastaban en un dúo
con el rezo de las madres.
Viejos tiempos que nos llegan
con nostalgias puntuales,
con el viento como centro
que acelera nuestra sangre.
Hay ventanas que vacilan,
unas tejas que se parten,
chimeneas que se corren
y hasta aleros suplicantes.
Soy testigo, en el presente,
de este viento y de su cante,
y sin duda me estremezco
porque sé de sus combates.
Hace tiempo yo era un niño,
y le he visto reclinarme,
a ese viento furibundo,
mal criado y tan salvaje.
Y por eso le respeto,
porque debo respetarle,
aunque ya no me estremezcan
sus silbidos ancestrales.
"...Escucho silbar al viento
con pasiones y con hambre,
y mi cuerpo se estremece
con recuerdos familiares..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/10/12
su lamento por la calle,
y mi cuerpo se estremece
cuando suena en los cristales.
Son las ráfagas del norte,
con sus lluvias abundantes,
las que vienen con el viento
y nos llenan de saudades.
Viejos días de la infancia,
de recuerdos maternales,
arrimados en los fuegos
al calor de los hogares.
Eran años de penumbra
y tener necesidades,
con faroles y candiles
y durmiendo en los pajares.
Los tejados de las casas,
malheridos en compates,
ofrecían mil goteras
por la noche sin cansarse.
Eran tiempos de carreras,
de barreños y orinales,
intentando poner orden
a un diluvio con sus ayes.
El concierto de la lluvia,
las goteras tan reales,
contrastaban en un dúo
con el rezo de las madres.
Viejos tiempos que nos llegan
con nostalgias puntuales,
con el viento como centro
que acelera nuestra sangre.
Hay ventanas que vacilan,
unas tejas que se parten,
chimeneas que se corren
y hasta aleros suplicantes.
Soy testigo, en el presente,
de este viento y de su cante,
y sin duda me estremezco
porque sé de sus combates.
Hace tiempo yo era un niño,
y le he visto reclinarme,
a ese viento furibundo,
mal criado y tan salvaje.
Y por eso le respeto,
porque debo respetarle,
aunque ya no me estremezcan
sus silbidos ancestrales.
"...Escucho silbar al viento
con pasiones y con hambre,
y mi cuerpo se estremece
con recuerdos familiares..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/10/12
La lluvia tapando el rezo de las madres, mejor así. Será el consuelo, quizás...
ResponderEliminarSí, Alicia, era como una especie de consuelo en medio de aquellos años.
ResponderEliminarUn abrazo.
El viento...cuántas nostalgias cubiertas de recuerdos nos trae! (y cuántas voces con él intentando dar consejos que no siempre escucharemos)...
ResponderEliminarEste elemento es un verdadero cuaderno vivo de innumerables páginas evocadoras,y de muchísimos colores que se pintan con el lápiz del alma.
Hermoso poema!
ABRAZOS EN LA NOCHE,QUERIDO AMIGO.
¡Hola!
ResponderEliminarBonitas letras, de atrás, de aquellos pasajes grises.
Salud y fuerza.
J.M. Ojeda.
Así es Maritza, el viento, como todos los elementos es un cuaderno vivo y lleno de recuerdos y nostalgias, con páginas nuestras escritas y otras en blanco para seguir llenando.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz miércoles.
Gracias J.M.Ojeda por tu visita y comentario.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Qué bueno, Rafael! he tenido un dejà vù con tu poema, me ha emocionado este viento y su cante antiguo y eterno.
ResponderEliminarUn abrazo, compañero.
ay que bellos recuerdos!!!
ResponderEliminary que nunca nos falten.
Besos mil
El viento tiene en todos ese eco ancestral.
ResponderEliminarUnas veces lo tenemos a favor y otras no encoge el alma con sus ulular lleno de susurros.
Me gusta la metáfora del viento.
Besos
Gracias María, me gustaría saber algo más de ese "deja vu", pero sé que es imposible.
ResponderEliminarUn abrazo querida amiga.
Sí, Anna, son recuerdos que se agolpan y desbordan y que seguramente todos llevamos dentro.
ResponderEliminarBesos.
Gracias Verónica, he intentado hacer que el viento hablara, y me dejó esos recuerdos, reales o no, de una infancia, que cualquiera de nosotros pudimos haber vivido.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Ese viento que trae tantos recuerdos de infancia, donde no habia temmor. Bellos versos rafael. Besos
ResponderEliminarCuantas cosas tristes y bellas, nos trae a la memoria aquel viento que aveces es manso y otras un torbellino de sensaciones.
ResponderEliminarMuy sentidas letras, Rafael.
Besos de mariposa.
El viento tiene esa magia... qué tú bien citas.. ABrazo!
ResponderEliminarOh, también yo recuerdo no sólo la ferocidad del viento, sino las tormentas con ventarrones y truenos...y qué temores se remueven en tus letras Rafael.
ResponderEliminarSaludos.
Aquel viento, alicia, no dejaba temor en las almas, quizás sí el temor físico a una posible avería, rotura, etc. pero nuestros corazones infantiles no le tenían miedo, de eso estoy seguro.
ResponderEliminarBesos en la tarde.
Así era aquel viento Diana, manso y torbellino, blanco y negro, las dos cosas siempre, porque arrebataba y subyugaba intensamente.
ResponderEliminarBesos también para ti.
El viento tiene y tenía toda la magia que nuestra imaginación era capaz de captar, Andrea, y seguro que el viento que llegó hasta ti, el que te habló y abrazó, también tenía todo esto y mucho más, ¿verdad?...
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que eran momentos intensos, vividos a la par con aquel viento Beatriz y en ellos pudimos descubrir las primeras sensaciones que estremecieron nuestras almas.
ResponderEliminarUn abrazo en la tarde-noche.
Tus hermosos versos vienen repletos de recuerdos, vivencias de un tiempo pasado que el viento lleva sumergiéndonos en un mar de sensaciones.
ResponderEliminarUn cálido abrazo, con un viento susurrante que estremece al escucharlo.
los recuerdos familiares están atados al viento, pero a veces también al sol, a las nubes, y sobre todo a lo que compartimos con las personas queridas.
ResponderEliminarUn besico y buen puente.
Gracias Sneyder, simplemente trato de llevar al cuaderno lo que aflora a ese mar de mis sentimientos.
ResponderEliminarUn abrazo también para ti en esta noche.
Cierto Ana, así es y los recuerdos siempre tendrán esa prolongación con las personas queridas, porque ellas fueron el centro de los mismos.
ResponderEliminarUn beso y el deseo de que tengas un lindo puente.
El viento va y viene cargado con nuestros recuerdos... Y a veces pierde algo en su devenir... El viento es mágico y su poder es pura fuerza del alma... Bello amigo, muy bello!
ResponderEliminarAsí es el viento Paty, y nosotros nos dejamos abrazar por él, cerramos los ojos y hasta soñámos con un beso imaginario que nos trae...
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Rafael,emocionas con tus recuerdos que trae ese viento impetuoso,que no cesa y que después trae la lluvia...Ese niño sigue escuchando al viento y viviendo con intensidad aquellos sentimientos,que te fortalecieron y te templaron el alma,amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo grande,poeta.
M.Jesús
Estoy seguro de que tú también, M.Jesús, y todos los compañeros que nos siguen, teneis los recuerdos de algún viento impetuoso de vuestra infancia, unidos a sentimientos, vivencias y muchas más cosas que un día saldrán del alma para bricar en los cuadernos.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche querida amiga.