Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto desbordado de mis ojos,
y sé que tú quisieras ser el brazo
y el pecho en que apoyarme silencioso.
Más quiero ser tan sólo el peregrino,
eterno buscador de los arroyos,
el niño que miraba las estrellas
en noches temblorosas del otoño.
Y quiero ser el hombre con su antorcha,
de noche, por la playa tan ansioso
buscando las preguntas de la vida
en medio de un sendero sin cerrojos.
El joven que portaba su locura
sin miedo, a las raposas y los lobos,
llevando entre sus dedos el latido
y el grito desgarrado de los tontos.
Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto en que culminan mis sollozos,
y sé que tú quisieras remediarlo
limpiando en mis pupilas sus abrojos.
Más quiero que me dejes simplemente,
seguir tras ese reino de los Gnomos,
allí, donde las Hadas y los Elfos,
se juntan en el bosque misterioso.
Y quiero perseguir las mariposas
siguiendo las hileras de los chopos,
y luego, transformado en sus colores
subir hasta los cielos en un globo.
El niño que juntaba margaritas
haciendo con un ramo su tesoro,
que luego le ofrecía a su princesa
sacada de los cuentos tan hermosos.
Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto irreverente y sin despojos,
que mana desde el fondo de mi alma
cruzando por mis labios con asombro.
Más quiero proseguir con mi camino,
andar, aunque esté casi medio roto,
volar con las gaviotas y el nordeste
huyendo de este mundo de los sordos.
Y quiero consumir toda la copa,
el néctar de cicuta tan goloso,
y luego navegar con las mareas
buscando en la restinga sus despojos.
El hombre solitario así pervive,
haciendo de los sueños ese trono,
el mundo inigualable de la vida
y el reino inalcanzable de los gozos.
Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto y el dolor que te provoco,
más debes entender que son mis lágrimas
el fondo y el poema de este enojo.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/10/12
y el llanto desbordado de mis ojos,
y sé que tú quisieras ser el brazo
y el pecho en que apoyarme silencioso.
Más quiero ser tan sólo el peregrino,
eterno buscador de los arroyos,
el niño que miraba las estrellas
en noches temblorosas del otoño.
Y quiero ser el hombre con su antorcha,
de noche, por la playa tan ansioso
buscando las preguntas de la vida
en medio de un sendero sin cerrojos.
El joven que portaba su locura
sin miedo, a las raposas y los lobos,
llevando entre sus dedos el latido
y el grito desgarrado de los tontos.
Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto en que culminan mis sollozos,
y sé que tú quisieras remediarlo
limpiando en mis pupilas sus abrojos.
Más quiero que me dejes simplemente,
seguir tras ese reino de los Gnomos,
allí, donde las Hadas y los Elfos,
se juntan en el bosque misterioso.
Y quiero perseguir las mariposas
siguiendo las hileras de los chopos,
y luego, transformado en sus colores
subir hasta los cielos en un globo.
El niño que juntaba margaritas
haciendo con un ramo su tesoro,
que luego le ofrecía a su princesa
sacada de los cuentos tan hermosos.
Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto irreverente y sin despojos,
que mana desde el fondo de mi alma
cruzando por mis labios con asombro.
Más quiero proseguir con mi camino,
andar, aunque esté casi medio roto,
volar con las gaviotas y el nordeste
huyendo de este mundo de los sordos.
Y quiero consumir toda la copa,
el néctar de cicuta tan goloso,
y luego navegar con las mareas
buscando en la restinga sus despojos.
El hombre solitario así pervive,
haciendo de los sueños ese trono,
el mundo inigualable de la vida
y el reino inalcanzable de los gozos.
Ya sé que te incomoda la tristeza
y el llanto y el dolor que te provoco,
más debes entender que son mis lágrimas
el fondo y el poema de este enojo.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/10/12
me ha parecido un poema en donde la voz hablante es la de un hijo hacia la madre
ResponderEliminardonde a pesar de saber que provoca tales llantos y tristezas, poco y nada puede hacer para remediarlo
abrazo y felicidades Rafael
Pues tienes una percepción extraordinaria Elisa, ya que así es. Cuando me puse a escribir el poema salió así y no reparé en más. Ahora, cuando he leído tu comentario me puse a pensar en el día de ayer y he visto cosas que pudieron influir para salieran esos versos.
ResponderEliminarMedia tarde y visita al Centro donde se encuentra mi madre anciana. Su conversación, las diferentes versiones y pensamientos que rondaban mi cabeza, sus miedos y los míos... Pero de todo esto no me fijé directamente al ponerme a escribir en la noche. Si ha salido fue de una manera inconsciente, ya ves. En fin, cosas de la poesía, cuando se vive tan intensamente.
Un abrazo y feliz fin de semana Elisa.
Me estremece la profundidad con que escribes, eliges un tema y lo desarrollas. Bellísima y con un tremendo mensaje. Te felicito y te mando un beso.
ResponderEliminarSupongo Paty que es como llevar una conversación, pero poetizándola. De todas maneras creo que es cuestión de práctica, nada más. Cualquiera puede hacerlo y por supuesto, mucho mejor.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Mucho mejor que tu lo dudo ...
ResponderEliminarAl leer mi piel se me puso chinita así decimos en Mexico cuando sentimos algo no se explicarte
Bendito sea Dios que tuviste a tu madre muchos años, la mi murio al cumplir 42
Un beso querido Rafa
Gracias Patricia por tu comentario y sí, decirte que mi madre aún vive y tiene 88 años, aunque su estado ya es algo delicado. Cuando leí el comentario de Elisa reflexioné sobre este poema y llegué a la conclusión que dejé arriba citada.
ResponderEliminarUn beso y feliz domingo.
hummmm los llantos de los hijos son irritantes... pero uno como madre los tolera "es parte del trabajo"... a mí también me pareció que se puede interpretar como el llanto de aquellos hombres que viven pidiendo disculpas y utilizan el llanto... esos tambien me irritan y mucho más que los niños!!!!
ResponderEliminarSí, la quiltra, es cierto que este poema da para muchas interpretaciones y más desde la reflexión que a posteriori hice de la misma tras el primer comentario.
ResponderEliminarQuizás la paciencia sea la solución y esa sonrisa materna, por un lado, y cómplice por otro, en el caso de los adultos, permitiéndoles hasta un punto y no más.
Un abrazo y feliz inicio de semana.