Añoro tus caricias
de noche bajo el fresno,
allí, donde las algas,
mostraban su reflejo.
Un parque silencioso,
un banco más bien quieto,
y en él nos encontramos
hablando nuestros dedos.
Hablaban sin palabras,
quizás con el deseo,
palpando lo impalpable
que eran nuestros cuerpos.
Tus ojos en mis ojos,
mis manos en tu pelo,
tus labios que buscaban
los míos con anhelo.
Y allí nos encontramos,
desnudos con los elfos,
las hadas que bailaban
al paso de los ciervos.
No sé qué fantasía
nació de aquel encuentro,
más sé de los suspiros
surgidos de los sueños.
De pronto susurraste
diciéndome: "te quiero",
y yo, muy sorprendido,
besé tus labios tiernos.
Besé la piel tan suave
que baja por tu cuello,
y luego, en un segundo,
también besé tus senos.
No sé que caracolas
bajaron de los cielos,
haciendo, en un instante,
que ambos nos riéramos.
Y así de sorprendidos
siguieron nuestros besos,
buscando las estrellas
un poco más adentro.
Arriba, tras las nubes,
temblaban los luceros,
y abajo, en aquel banco,
cayeron muchos velos.
Perdimos la inocencia
hambrientos y sedientos,
saciando nuestras ansias
de amarnos sin recelo.
"...Añoro tus caricias
y el néctar de tu sexo,
robado de tus labios,
de noche y con un beso..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/07/13
de noche bajo el fresno,
allí, donde las algas,
mostraban su reflejo.
Un parque silencioso,
un banco más bien quieto,
y en él nos encontramos
hablando nuestros dedos.
Hablaban sin palabras,
quizás con el deseo,
palpando lo impalpable
que eran nuestros cuerpos.
Tus ojos en mis ojos,
mis manos en tu pelo,
tus labios que buscaban
los míos con anhelo.
Y allí nos encontramos,
desnudos con los elfos,
las hadas que bailaban
al paso de los ciervos.
No sé qué fantasía
nació de aquel encuentro,
más sé de los suspiros
surgidos de los sueños.
De pronto susurraste
diciéndome: "te quiero",
y yo, muy sorprendido,
besé tus labios tiernos.
Besé la piel tan suave
que baja por tu cuello,
y luego, en un segundo,
también besé tus senos.
No sé que caracolas
bajaron de los cielos,
haciendo, en un instante,
que ambos nos riéramos.
Y así de sorprendidos
siguieron nuestros besos,
buscando las estrellas
un poco más adentro.
Arriba, tras las nubes,
temblaban los luceros,
y abajo, en aquel banco,
cayeron muchos velos.
Perdimos la inocencia
hambrientos y sedientos,
saciando nuestras ansias
de amarnos sin recelo.
"...Añoro tus caricias
y el néctar de tu sexo,
robado de tus labios,
de noche y con un beso..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/07/13
Cuanto erotismo despiertan tus letras, Rafael, como siga leyendote voy a tener que buscarme pareja. Gracias por estos poemas!
ResponderEliminarPues chico no sé que decirte pero sonrío.
EliminarUn abrazo y feliz día.
UUuufffff Rafale!! esta faceta tuya me encanta intenso y dulce a la vez versos que se dejan deslizar por la piel me encantó!!, besosdesde mi brillo del mar
ResponderEliminarMe alegra de que te gusten estos versos Beatriz.
EliminarUn abrazo desde el cantábrico.
las ausencias y el deseo se complotan en el desespero del Hablante
ResponderEliminarvehemencia y urgencia en el tono
abrazos
Bien definido el comentario Elisa.
EliminarUn abrazo en la noche.
Un recuerdo inolvidable bajo un cielo cómplice.
ResponderEliminarUn placer volver por tus versos Rafael.
Gracias Jerónimo. Un abrazo.
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