Marcaré los vestidos con tu nombre,
me dijeron tus labios de cereza,
y te haré sonreír, a cada instante,
cuando rocen tus dedos las cenefas.
Yo sentí que mi cuerpo estremecía
y temblaba, a la vez, con las estrellas,
porque tú me decías esas cosas,
con tu cara tan seria y tan sincera.
Pero luego, que el tiempo ha transcurrido,
y recuerdo despacio aquella escena,
me arrepiento de haberme subyugado
por tus frases cargadas de inocencia.
Eran simples palabras solamente,
eran frases y sílabas concretas,
que decían tus labios a los cielos
y que yo, hice mías sin más señas.
No se puede marchar a los destinos
sin marcar a las almas y poetas,
porque existe una regla entre los hombres
que se dicta y se escribe con poemas.
Es la marca de amor inabordable,
con su tinta invisible y tan secreta,
es el ritmo que marcan los relojes
y es la ola que llega en la marea.
Son pequeños detalles a los ojos,
son, quizás, unas simples menudencias,
pero es, la hermosura de la vida,
y el bordado sutil de la paciencia.
Es amor, simplemente, sin palabras,
ilusiones que nacen y que llevan,
ese nombre marcado en las costuras,
y el tatuaje que surge de las venas.
"...Marcaré los vestidos con tu nombre,
musitaron tus labios en la niebla,
y creí, sin dudar, lo que decías
y soñé con castillos y princesas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/07/13
me dijeron tus labios de cereza,
y te haré sonreír, a cada instante,
cuando rocen tus dedos las cenefas.
Yo sentí que mi cuerpo estremecía
y temblaba, a la vez, con las estrellas,
porque tú me decías esas cosas,
con tu cara tan seria y tan sincera.
Pero luego, que el tiempo ha transcurrido,
y recuerdo despacio aquella escena,
me arrepiento de haberme subyugado
por tus frases cargadas de inocencia.
Eran simples palabras solamente,
eran frases y sílabas concretas,
que decían tus labios a los cielos
y que yo, hice mías sin más señas.
No se puede marchar a los destinos
sin marcar a las almas y poetas,
porque existe una regla entre los hombres
que se dicta y se escribe con poemas.
Es la marca de amor inabordable,
con su tinta invisible y tan secreta,
es el ritmo que marcan los relojes
y es la ola que llega en la marea.
Son pequeños detalles a los ojos,
son, quizás, unas simples menudencias,
pero es, la hermosura de la vida,
y el bordado sutil de la paciencia.
Es amor, simplemente, sin palabras,
ilusiones que nacen y que llevan,
ese nombre marcado en las costuras,
y el tatuaje que surge de las venas.
"...Marcaré los vestidos con tu nombre,
musitaron tus labios en la niebla,
y creí, sin dudar, lo que decías
y soñé con castillos y princesas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/07/13
Unos labios de cereza que dicen marcar los vestidos con su nombre, mientras su cuerpo estremece y muchas quisieran ser princesas.
ResponderEliminarUn beso.
Sonrío por ese detalle que citas de "los labios de cereza María.
EliminarUn beso en la noche.
quien marca el terreno es porque se hace o se autoproclama Dueño
ResponderEliminarpero ya se sabe
nada nos pertenece ni siquiera nosotros mismos
besitos
Cierto Elisa, nada nos pertenece y tienes toda la razón.
Eliminar"Besitos" en la tarde.
El amor ansía realidades...Pero, en realidad el amor se ha de sentir libre para ser grande y duradero...El amor necesita la tierra de los sueños.
ResponderEliminarMi gratitud y mi abrazo por tu bella inspiración, poeta y amigo.
M.Jesús
Es cierto y lo que dices lo suscribo ya que "el amor se ha de sentir libre para ser grande y duradero..."
EliminarUn abrazo en la noche querida amiga.