Fuiste un verso surgido en la distancia,
una llama vibrando en el deseo,
una gota preciosa del rocío
y ese néctar sublime del anhelo.
Pero todo pasó y, aquel verano,
fue un conjunto de letras y recuerdos,
un suspiro surgido de la nada
que dejó telarañas en el tiempo.
Fuiste un lirio temblando en la mañana,
una rosa salvaje junto al fuego,
una bella amapola trashumante
y un jardín precisando de unos dedos.
Y la mano, llegada a tu cabeza,
revolvió con candor esos cabellos,
y trazó mil dibujos por tu cara
y en la espalda dibujos arabescos.
Fuiste el soplo divino de unos labios,
aquel nombre citado con respeto,
la esperanza divina de las tardes
para ir, en las noches, a tu lecho.
Y la brisa, surgida, y calurosa,
mitigó, del presente, tantos miedos,
olvidando que el tiempo y el futuro
era un tren sin andén ni pasajeros.
Fuiste un mar de bravura primorosa,
caracola de playas y desiertos,
el bauprés de la barca solitaria
con su proa rompiendo el firmamento.
Y te viste, de pronto, en aquel cuarto,
con la luna mostrando tu reflejo,
variopinta figura, tan extraña,
que llevaba tus pasos al destierro.
"...Pero fuiste la pieza de un poema,
el sabor agridulce de mis besos,
y también la princesa deseada
que sacó de mis labios un te quiero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
05/12/15
una llama vibrando en el deseo,
una gota preciosa del rocío
y ese néctar sublime del anhelo.
Pero todo pasó y, aquel verano,
fue un conjunto de letras y recuerdos,
un suspiro surgido de la nada
que dejó telarañas en el tiempo.
Fuiste un lirio temblando en la mañana,
una rosa salvaje junto al fuego,
una bella amapola trashumante
y un jardín precisando de unos dedos.
Y la mano, llegada a tu cabeza,
revolvió con candor esos cabellos,
y trazó mil dibujos por tu cara
y en la espalda dibujos arabescos.
Fuiste el soplo divino de unos labios,
aquel nombre citado con respeto,
la esperanza divina de las tardes
para ir, en las noches, a tu lecho.
Y la brisa, surgida, y calurosa,
mitigó, del presente, tantos miedos,
olvidando que el tiempo y el futuro
era un tren sin andén ni pasajeros.
Fuiste un mar de bravura primorosa,
caracola de playas y desiertos,
el bauprés de la barca solitaria
con su proa rompiendo el firmamento.
Y te viste, de pronto, en aquel cuarto,
con la luna mostrando tu reflejo,
variopinta figura, tan extraña,
que llevaba tus pasos al destierro.
"...Pero fuiste la pieza de un poema,
el sabor agridulce de mis besos,
y también la princesa deseada
que sacó de mis labios un te quiero..."
Rafael Sánchez Ortega ©
05/12/15
PRECIOSISIMOS VERSOS EN TODA ESTA HERMOSA POESIA ...
ResponderEliminarFELIZ MARTES
UN GRAN ABRAZO
Gracias Marina.
EliminarUn abrazo.
Es bonito recordar a la persona que nos hizo sentir el amor, esté o no estará siempre en un rincón del alma
ResponderEliminarabrazos y buen festivo Rafael
Así es, sin duda, María.
ResponderEliminarAbrazos y feliz tarde, a pesar de la lluvia de aquí.
Ese amor se lleva siempre en el corazón, bonitos versos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana, Rafael.
Gracias por verlo así, Carmen.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Fue para ti una bella inspiración.
ResponderEliminarAbrazos Rafael
Gracias Joaquín.
EliminarAbrazos.
De todo lo que pasa, sin duda, algo se queda en nosotros.
ResponderEliminarMi abraz✴
Es indudable, Athenea.
EliminarUn abrazo.
Fue pura magia...no cabe duda tras leer estos magníficos versos.
ResponderEliminarOtro aplauso.
Y otro beso.
No se debe de perder nunca la magia, Marinel.
EliminarUn beso.
Sublime ese recuerdo que se desdobla para ser tantas cosas bellas, Rafael...Una preciosidad para enmarcar, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo y mi cariño.
M.Jesús
Gracias por verle en mis versos, María Jesús.
EliminarUn abrazo.
Sólo son sueños...tejidos al filo de la noche, donde la pluma se desangra
ResponderEliminarBello!
Cierto Verónica.
EliminarUn abrazo y gracias.