Se extrañaron un día las palomas
al volar por la plaza solitaria,
no cruzaban personas las aceras
y vacías estaban las terrazas,
soledad y silencio por las calles
y una bruma de miedo en la garganta
a medida que avanzan los minutos
y se impone la vida de las casas,
porque en ellas estaban los extraños,
tanta gente con miedo en las entrañas
despertando con una pesadilla
que, de pronto, congela las palabras,
son escenas un tanto sorprendentes
de ficción y cinema en una sala
que contemplan ajenos visitantes
sin vivir en directo lo que pasa...
Pero no, las palomas ya lo advierten
al buscar, sin hallar, esas migajas,
que les dejan los niños y mayores
con silencios del cole y de las casas,
y es que el miedo se mete muy adentro
y traspasa balcones y ventanas,
como un hierro candente y muy furioso
que a las almas fustiga con su llama,
y por eso se encierran las personas
ante el miedo y el virus que amenaza,
y también por formar unas barreras
previniendo pandemias y resacas,
es la lucha del hombre contra el virus,
una lucha cruel y despiadada,
va a ser largo el encierro y las palomas
llorarán por las migas que hoy extrañan...
"...Se extrañaron un día las personas
por quedar en sus casas encerradas,
pero pronto, entendieron este encierro,
como un frente y barrera en la batalla..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/03/20
No me gustan las palomas. Deben pensar que algo pasa (y deben estar pasando hambre)
ResponderEliminarBesos.
Deben sentirse algo raras en un mundo de silencio y soledas, Laura.
EliminarBesos.
Bueno, es real que hubo vacío en las calles pero pronto poco a poco todo volverá a la "nueva normalidad"
ResponderEliminarBesos al alma
Aquí ya está volviendo poco a poco, Paula.
EliminarBesos.
Han sido dos meses tremendos, para las palomas, boquiabiertas, y para los que estamos en esta pandemia.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael
Cierto Albada Dos, y esto no ha terminado.
EliminarUn abrazo.
Han sido días de mucho desconcierto para esas palomas y también para los que han estado encerrados, pero no por ello, se le debe tener miedo al bicho (más bien respeto).
ResponderEliminarBesitos para tu día.
Sigamos con ese respeto y no bajemos la guardia, Ani.
EliminarUn abrazo.
Has expresado de maravilla esa extrañeza de las palomas y de todos nosotros, que tuvimos que luchar con diversidad de sentimientos. Nos vimos encerrados y con duda, miedo y tristeza...Ojalá que todo quede en el recuerdo, pero el daño es inmenso y muchas familias no lo van a olvidar, Rafael.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo, amigo.
Gracias María Jesús, pero aún es presente y ahora viene la segunda parte.
EliminarUn abrazo.
Ha sido duro... pero no debemos bajar la guardia para que ese encierro no haya sido en vano. Precioso poema, amigo Rafael.
ResponderEliminarMil besitos en la tarde.
Por supuesto que no, Auroratris.
EliminarUn abrazo en la tarde y gracias.
Ha sido una maravilla leerte. Expresas muy bien lo que ha sido la angustia de estos meses. Me quedo para no perderme ningún verso tuyo. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario, Natalia.
EliminarUn saludo.
Quién se asoma a la ventana
ResponderEliminarve una calle desierta...
Extraño es el silencio
de una ausencia.
Fuera vuelan las aves.
Llegaron las golondrinas
mas no vieron coches. Quién echa de menos a la gente se acuerda de las personas...Tenemos una frontera que pronto se abrirá y con ella, un respiro de libertad. Es una frontera muy frágil y las golondrinas se irán hasta otro años quizá con calles más desiertas.
Tu poema da esperanza y serenidad con ello me quedo ..Abrazos Rafael.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Al principio estaban extrañadas. Luego, a sus anchas. Y ahora las pobres, vuelan asustadas.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Así son las palomas, Verónica.
EliminarAbrazos.