Te pesa el niño,
que va sobre tus hombros,
sin darte cuenta.
Pesa su carga
y el tiempo que gozaste
de juventud.
Te pesa el cuerpo
del hombre y el anciano
que ahora soportas.
Con esta carga,
suspiras, mientras andas,
con paso torpe.
Quieres sus pasos,
aquellos que, en zancadas,
corrían mundos.
Fueron por sendas,
con brumas y con nieblas,
buscando el norte.
Y hasta encontraron,
la tierna mariposa
con quien soñaron.
Quizás recuerdes,
los tilos, con nostalgia,
del viejo parque.
Y aquellos besos,
fugaces, de unos labios,
en el silencio.
Fue en una tarde,
que hablaron las pupilas
formando versos.
Nació un poema,
en medio del abrazo
de aquellas almas.
Y de ese instante,
me pesan los recuerdos
y, estás muy lejos.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/07/25
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