Salía el sol
con fuerza, en la mañana,
del nuevo día.
Se estremecían
los rayos, temblorosos,
por el rocío.
Y es que, la noche,
sus besos, silenciosos
nos regaló.
Tú te dormiste,
seguías, aún durmiendo,
ajena a todo.
Quizás volabas
por campos infinitos
de una campiña.
O navegabas
por mares tenebrosos
buscando sueños.
¡Cuánta inocencia
había tras tus párpados
y en tus pupilas!
El sol seguía
su ronda acostumbrada
y te llamaba.
Él, con sus rayos,
abría tu ventana
para mirarte.
Y con ternura,
un rayo te mandaba
hasta tu cara.
Era un fiel verso
diciéndote que "arriba,
que ya es la hora".
Y despertabas,
amando, en el silencio,
a quien tú sabes.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/25
Buenos días , Rafael, bienvenido a julio , estamos ya en el ecuador del año y un poco más , se nota en las temperaturas jaja.
ResponderEliminarDisfrutemos la mañana con buena poesía .
Un abrazo .
Gracias Campirela, disfrutemos del verano.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Contemplar mientras duerme a quien queremos.
ResponderEliminar¿Qué soñará?...
Sonrío.
Abrazo, Rafael.
Es una escena llena de ternura, Verónica.
EliminarAbrazos.