Pensaba que es tiempo de salir
hacia la nada,
de recoger deprisa el equipaje,
para partir al mundo
y al destino,
para afrontar los días y las horas,
y caminar sin rumbo
en la distancia.
Quizás me equivocaba,
en ese instante,
quizás todo era fruto
de los nervios,
quizás eran las sombras
que llegaban y cubrían,
con ese manto negro
de la noche
el campo, los paseos
y mi casa.
Pero creí, sin más,
que era el momento,
era el instanto justo
de la huída,
de trasladar mi vida
y sentimientos
hacia el jardín azul, oculto,
que soñara.
Por eso vine aquí,
hasta tu lado,
por eso yo me vi
en tu mirada,
por eso pronuncié
pronto tu nombre,
por eso, sin dudar,
te dije al fin,
cuánto te amaba.
Pero pensar, pensar,
es más que un sueño,
es recordar pasados sin nostalgia,
es apagar la sed en esa copa
con el licor, tan fresco,
que te aguarda.
Es afrontar la vida en el presente,
a pesar de sufrir en la batalla,
es soportar el viento huracanado
que rompe los mástiles con saña,
es doblegar también los sentimientos
sintiendo tras el eco la campana,
que vuelve hasta tu lado nuevamente
recordando en tu oído sus palabras.
...Era una noche fría y silenciosa,
y estaba allí, sabiendo que te amaba,
y abandoné de pronto el pensamiento
para leer el fondo de tu alma.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/05/10
hacia la nada,
de recoger deprisa el equipaje,
para partir al mundo
y al destino,
para afrontar los días y las horas,
y caminar sin rumbo
en la distancia.
Quizás me equivocaba,
en ese instante,
quizás todo era fruto
de los nervios,
quizás eran las sombras
que llegaban y cubrían,
con ese manto negro
de la noche
el campo, los paseos
y mi casa.
Pero creí, sin más,
que era el momento,
era el instanto justo
de la huída,
de trasladar mi vida
y sentimientos
hacia el jardín azul, oculto,
que soñara.
Por eso vine aquí,
hasta tu lado,
por eso yo me vi
en tu mirada,
por eso pronuncié
pronto tu nombre,
por eso, sin dudar,
te dije al fin,
cuánto te amaba.
Pero pensar, pensar,
es más que un sueño,
es recordar pasados sin nostalgia,
es apagar la sed en esa copa
con el licor, tan fresco,
que te aguarda.
Es afrontar la vida en el presente,
a pesar de sufrir en la batalla,
es soportar el viento huracanado
que rompe los mástiles con saña,
es doblegar también los sentimientos
sintiendo tras el eco la campana,
que vuelve hasta tu lado nuevamente
recordando en tu oído sus palabras.
...Era una noche fría y silenciosa,
y estaba allí, sabiendo que te amaba,
y abandoné de pronto el pensamiento
para leer el fondo de tu alma.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/05/10
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