Yo sé que, juntos,
el mundo recorrieron
buscando sueños.
Los encontraron,
después de largos viajes
y de aventuras.
Y los vivieron,
saciando su añoranza,
intensamente.
Ellos se amaban
y ambos lo sabían,
desde el silencio.
Y es que sus pechos
gritaban, sin palabras,
lo que sentían.
Se daban besos,
los ojos que miraban
a sus pupilas.
Se acariciaban
los dedos y las manos
en los paseos.
Y en el trabajo
unían los sudores
y las sonrisas.
Por eso, juntos,
sellaron sus destinos
en un abrazo.
Y así aquel sueño,
pasó a ser el presente
de sus latidos.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/10/24
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