Bajo la capa de asfalto
hay esteras de silencio,
con canciones enterradas
de los labios de los muertos.
Golpe a golpe y piedra a piedra
construyeros esos suelos,
las calzadas y caminos
que llevaban a los pueblos.
Trabajaban sin descanso
por un poco de dinero,
con el sol pegando fuerte
y con lluvias y con vientos.
¡Ay, si hablaran los caminos
y contaran sus secretos!
¡Cuántas cosas nos diría
del pasado y los recuerdos!
Por ejemplo aquella estampa,
la del niño y el labriego,
trabajando codo a codo
entre el trigo y el centeno.
O de aquella campesina
que a la fuente fue en inverno,
a buscar el agua fresca
de las nieves y el deshielo.
Más si hablaran los caminos
nos dirían todo aquello,
hablarían de los hombres
de sus dudas y sus miedos.
De sus risas y sus llantos
con suspiros y desvelos,
de caricias recibidas
por la brisa, con sus besos.
De los chopos y los sauces
de los robles y los fresnos,
de ese ave que ha pasado
y ha dejado su embeleso.
Hay canciones enterradas
que entonaron los abuelos,
día a día, desde el alba
al ocaso de los tiempos.
Y allí yacen esperando
a quien vaya a recogerlos,
quien los tome y quien los mime
y los ponga en unos versos.
Bajo la capa de asfalto
hay tesoros encubiertos,
hay canciones con historias
de la vida y los viajeros.
Hay alegres chirimías
con cohetes y festejos,
y las tracas y guirnaldas
de las ferias que ya fueron.
Hay Castilla y castellanos,
andaluces y extremeños,
forasteros y vecinos
y asturianos y gallegos.
Es la historia del asfalto
que con fé lo construyeron,
tantos hombres y mujeres
con paciencia y sufrimiento.
Y por eso en sus entrañas
hay un cántico sincero,
hay un canto sin palabras
que nos dice que no han muerto.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/01/10
hay esteras de silencio,
con canciones enterradas
de los labios de los muertos.
Golpe a golpe y piedra a piedra
construyeros esos suelos,
las calzadas y caminos
que llevaban a los pueblos.
Trabajaban sin descanso
por un poco de dinero,
con el sol pegando fuerte
y con lluvias y con vientos.
¡Ay, si hablaran los caminos
y contaran sus secretos!
¡Cuántas cosas nos diría
del pasado y los recuerdos!
Por ejemplo aquella estampa,
la del niño y el labriego,
trabajando codo a codo
entre el trigo y el centeno.
O de aquella campesina
que a la fuente fue en inverno,
a buscar el agua fresca
de las nieves y el deshielo.
Más si hablaran los caminos
nos dirían todo aquello,
hablarían de los hombres
de sus dudas y sus miedos.
De sus risas y sus llantos
con suspiros y desvelos,
de caricias recibidas
por la brisa, con sus besos.
De los chopos y los sauces
de los robles y los fresnos,
de ese ave que ha pasado
y ha dejado su embeleso.
Hay canciones enterradas
que entonaron los abuelos,
día a día, desde el alba
al ocaso de los tiempos.
Y allí yacen esperando
a quien vaya a recogerlos,
quien los tome y quien los mime
y los ponga en unos versos.
Bajo la capa de asfalto
hay tesoros encubiertos,
hay canciones con historias
de la vida y los viajeros.
Hay alegres chirimías
con cohetes y festejos,
y las tracas y guirnaldas
de las ferias que ya fueron.
Hay Castilla y castellanos,
andaluces y extremeños,
forasteros y vecinos
y asturianos y gallegos.
Es la historia del asfalto
que con fé lo construyeron,
tantos hombres y mujeres
con paciencia y sufrimiento.
Y por eso en sus entrañas
hay un cántico sincero,
hay un canto sin palabras
que nos dice que no han muerto.
Rafael Sánchez Ortega ©
04/01/10
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