Si sabes que la vida se compone
de duros sentimientos encontrados,
no dejes que las dudas se apoderen,
las úlceras que sangran causan daño.
Se cansa el corazón con tantas dudas,
palpita sin cesar muy fatigado,
galopa entre los mares y corales
sin silla, ni jinete, ni caballo.
A veces las tormentas de la vida
descargan con sus truenos y sus rayos,
no importa la sonrisa que saquemos,
tampoco que entonemos nuestros cantos.
Sonrisa dibujada en un boca
que pones la dulzura en unos labios,
no sabes que ese gesto de ternura
aplaca el corazón más temerario.
Y el canto que te llega a la garganta,
es mezcla de alegría con descaro,
en una melodía temblorosa
que sale de tu pecho sin pensarlo.
Por eso cuando llegan las tormentas
se encoge el corazón desencantado,
el pecho se estremece y no de miedo,
y elevas a tus ojos hacia el alto.
Los cielos que se muestran generosos
acogen las estrellas y los astros,
y puede que también a nuestros miedos
que buscan en los mismos un abrazo.
La vida se compone de batallas
con hombres y sus miedos enfrentados,
de niños juguetones que preguntan,
de gestos temblorosos del anciano.
Los niños que preguntan sólo juegan,
ignoran que la vida es un tinglado,
y sueñan en su mundo fantasías
buscando las respuestas con descaro.
Los gestos del anciano son caricias,
que busca con sus ojos y sus manos,
quizás tras ese paso vacilante
se encuentre la dureza de un pasado.
Más el miedo del hombre es otra cosa,
es mezcla de ilusión y desencanto,
unida con las dudas y recelos
que llegan de la vida paso a paso.
Por eso te aconsejo que no dudes,
las dudas y el amor, no son hermanos
lo hermoso del amor es amar siempre
si amas corazón, serás amado.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/10
de duros sentimientos encontrados,
no dejes que las dudas se apoderen,
las úlceras que sangran causan daño.
Se cansa el corazón con tantas dudas,
palpita sin cesar muy fatigado,
galopa entre los mares y corales
sin silla, ni jinete, ni caballo.
A veces las tormentas de la vida
descargan con sus truenos y sus rayos,
no importa la sonrisa que saquemos,
tampoco que entonemos nuestros cantos.
Sonrisa dibujada en un boca
que pones la dulzura en unos labios,
no sabes que ese gesto de ternura
aplaca el corazón más temerario.
Y el canto que te llega a la garganta,
es mezcla de alegría con descaro,
en una melodía temblorosa
que sale de tu pecho sin pensarlo.
Por eso cuando llegan las tormentas
se encoge el corazón desencantado,
el pecho se estremece y no de miedo,
y elevas a tus ojos hacia el alto.
Los cielos que se muestran generosos
acogen las estrellas y los astros,
y puede que también a nuestros miedos
que buscan en los mismos un abrazo.
La vida se compone de batallas
con hombres y sus miedos enfrentados,
de niños juguetones que preguntan,
de gestos temblorosos del anciano.
Los niños que preguntan sólo juegan,
ignoran que la vida es un tinglado,
y sueñan en su mundo fantasías
buscando las respuestas con descaro.
Los gestos del anciano son caricias,
que busca con sus ojos y sus manos,
quizás tras ese paso vacilante
se encuentre la dureza de un pasado.
Más el miedo del hombre es otra cosa,
es mezcla de ilusión y desencanto,
unida con las dudas y recelos
que llegan de la vida paso a paso.
Por eso te aconsejo que no dudes,
las dudas y el amor, no son hermanos
lo hermoso del amor es amar siempre
si amas corazón, serás amado.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/10
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