domingo, 28 de marzo de 2010

HAY VECES QUE SE ATASCAN LAS PALABRAS

Hay veces que se atascan las palabras
y los dedos esperan intranquilos,
no hay telas ni retales en los versos
y el poema se queda comprimido.

Entonces se busca en otras partes
la esencia de la estrella con su brillo,
las letras que se junten y se unan
formando ese conjunto tan divino.

Pero esa inspiración tan deseada
no surge porque sí, es como un grito,
es algo que en el alma se rebela
y busca los espacios infinitos.

El hombre es el autor de ese milagro,
él hace y él deshace con sigilo,
inventa fantasías y las sueña
mezclando realidades con los mitos.

Un día se despierta en la mañana,
cegado por los cielos de amarillo,
y entonces da sus pasos vacilante
en busca del cuaderno que es su amigo.

No teme la resaca del silencio
tampoco la carencia de ese vino,
las musas se han quedado silenciosas,
la copa simplemente en el vacío.

Hay honda soledad en su persona,
carencia de sentir, en sus sentidos,
y mira como pasan los milanos
que van hacia los bosques y hacia el río.

Sus dedos permanecen insensibles,
no buscan ese lápiz tan querido,
ni buscan la cuartilla inmaculada
ni quieren transmitir ningún escrito.

Hay veces que no salen las palabras
y el tierno corazón manda un gemido,
un grito desgarrado en el silencio
que surge como un duro escalofrío.

Entonces cobra vida lo que pasa
retornan los susurros y suspiros,
se acercan perezosas las gaviotas
llegando junto al mar y su latido.

Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/10

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