Te quedaste pensando en el pasado
olvidando que vives un presente,
llevabas mil recuerdos en el alma
prendidos con gladiolos y claveles.
Pensabas en los años de la infancia,
aquellos entre risas y juguetes,
los días que viviste tan intensos,
los prados y campiñas, color verde.
Pensabas en el hombre de tu vida
que amaste como aman las mujeres,
con fé, con esperanza y con entrega.
soñando con las hadas y los duendes.
Pensabas en el beso que te dieron
un día mientras ibas a la fuente,
y aquella mariposa de tu pecho
volando con sus alas tan alegres.
Pensabas en los años juveniles,
las largas estaciones del trimestre,
allí donde llegaban los veranos
las risas y las fiestas de las gentes.
Pensabas aquel día en que viviste
la dulce algarabía de la fiebre,
secando con paciencia y valentía
las gotas que bajaban a tus sienes.
Pensabas en la estrella que en el cielo
dejaba sus colores sugerentes,
semáforo que anclado en el espacio
dejara en tu mirada su relieve.
Pensabas en los brazos de tu amado,
aquel a quien seguiste hasta la muerte,
pensabas en sus ojos y promesas
y el beso de sus labios tan ardientes.
Pensabas y te dije que era malo,
pensar en el pasado tantas veces,
vivías encerrada en las tinieblas
en brazos del pasado y de la muerte.
Y entonces, despertando del pasado,
miraste mis pupilas simplemente,
leístes en el fondo de mi alma
y viste que te amaba desde siempre.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/03/10
olvidando que vives un presente,
llevabas mil recuerdos en el alma
prendidos con gladiolos y claveles.
Pensabas en los años de la infancia,
aquellos entre risas y juguetes,
los días que viviste tan intensos,
los prados y campiñas, color verde.
Pensabas en el hombre de tu vida
que amaste como aman las mujeres,
con fé, con esperanza y con entrega.
soñando con las hadas y los duendes.
Pensabas en el beso que te dieron
un día mientras ibas a la fuente,
y aquella mariposa de tu pecho
volando con sus alas tan alegres.
Pensabas en los años juveniles,
las largas estaciones del trimestre,
allí donde llegaban los veranos
las risas y las fiestas de las gentes.
Pensabas aquel día en que viviste
la dulce algarabía de la fiebre,
secando con paciencia y valentía
las gotas que bajaban a tus sienes.
Pensabas en la estrella que en el cielo
dejaba sus colores sugerentes,
semáforo que anclado en el espacio
dejara en tu mirada su relieve.
Pensabas en los brazos de tu amado,
aquel a quien seguiste hasta la muerte,
pensabas en sus ojos y promesas
y el beso de sus labios tan ardientes.
Pensabas y te dije que era malo,
pensar en el pasado tantas veces,
vivías encerrada en las tinieblas
en brazos del pasado y de la muerte.
Y entonces, despertando del pasado,
miraste mis pupilas simplemente,
leístes en el fondo de mi alma
y viste que te amaba desde siempre.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/03/10
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