Quizás besó tus ojos el silencio
y tu cara la brisa en la mañana,
aunque puede que fueran los suspiros
de un tierno corazón que te llamaba.
A veces adormeces los recuerdos
de día, mientras cuidas a tu alma,
la misma que proteges del pasado
a base de tesón y de coraza.
La niebla te acaricia y te rodea,
te envuelve con los grises de su capa,
te lleva hasta los bosques infinitos,
el reino de los gnomos y las hadas.
Por eso puede ser que en el silencio
se encuentre el dulce beso que te falta,
el toque de esa música sublime
la bella fantasía deseada.
Más puede que los sueños sean sueños
cual notas arrancadas de algún arpa,
y entonces tú los sientas y los vivas
marchando con los mismos a la playa.
Quizás besó tus ojos el silencio
o puede que una nube los rozara,
aunque puede que fueran los latidos
del tierno corazón que ya te amaba.
Un bello corazón llamó a tu puerta
y puede que prendiera la esperanza,
las brasas de unos leños que dormían
envueltos con cenizas y distancias.
Entonces ese beso tiene forma
y tiene ese mensaje sin palabras,
el mismo que tu buscas y recibes
y alumbra con su aliento tu mirada.
Amaste corazón nunca lo niegues
y amaste con los ojos que proclaman,
amaste con el pecho que suspira
y amaste en la caricia no buscada.
Quizás besó tus labios el silencio,
quizás mi soledad, llegó a tu casa,
de pronto me abrazaste sin reservas,
me amastes y te amé sin pedir nada.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/03/10
y tu cara la brisa en la mañana,
aunque puede que fueran los suspiros
de un tierno corazón que te llamaba.
A veces adormeces los recuerdos
de día, mientras cuidas a tu alma,
la misma que proteges del pasado
a base de tesón y de coraza.
La niebla te acaricia y te rodea,
te envuelve con los grises de su capa,
te lleva hasta los bosques infinitos,
el reino de los gnomos y las hadas.
Por eso puede ser que en el silencio
se encuentre el dulce beso que te falta,
el toque de esa música sublime
la bella fantasía deseada.
Más puede que los sueños sean sueños
cual notas arrancadas de algún arpa,
y entonces tú los sientas y los vivas
marchando con los mismos a la playa.
Quizás besó tus ojos el silencio
o puede que una nube los rozara,
aunque puede que fueran los latidos
del tierno corazón que ya te amaba.
Un bello corazón llamó a tu puerta
y puede que prendiera la esperanza,
las brasas de unos leños que dormían
envueltos con cenizas y distancias.
Entonces ese beso tiene forma
y tiene ese mensaje sin palabras,
el mismo que tu buscas y recibes
y alumbra con su aliento tu mirada.
Amaste corazón nunca lo niegues
y amaste con los ojos que proclaman,
amaste con el pecho que suspira
y amaste en la caricia no buscada.
Quizás besó tus labios el silencio,
quizás mi soledad, llegó a tu casa,
de pronto me abrazaste sin reservas,
me amastes y te amé sin pedir nada.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/03/10
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