Se masca en el silencio la tormenta
con nubes de color anaranjado,
hay algo que sofoca en el ambiente
ausente de los vuelos de los pájaros.
Los hombre sudorosos van a casa
después de la jornada del trabajo,
esperan la comida preparada
con ganas e ilusión por unas manos.
No importa que ahora caigan unas gotas,
y llegue hasta su casa muy mojado,
hay besos que le esperan impacientes
y hay otros que se escapan de sus labios.
Quizás la fantasía de los versos
me viene sin poderlo remediarlo,
hay niños que contemplan las estrellas,
hay hombres impacientes y soñando.
Se busca al vendedor de tantos sueños,
aquellos prometidos de regalo,
en viejas tradiciones y leyendas
pasadas de mayores y de ancianos.
Es cierto que se masca la tormenta
y puede que veamos a los rayos,
rasgando en un segundo por los cielos
el manto de los cielos tan nublado.
Pero ese corazón tan silencioso,
que mira más allá de los tejados,
quizás nunca repare en la tormenta
y menos en sus truenos encantados.
Él busca el lado alegre de la vida,
los globos y cometas en lo alto,
y busca la sonrisa de los niños
en medio de ciclones y de llantos.
Hay besos que se dan con la mirada
y sueños que te llegan suspirando,
hay lindas mariposas de colores
que vienen a cubrirte con su abrazo.
No importa que se masque la tormenta
si existe un corazón que te está hablando,
no importa que te hable sin palabras
pues grita el corazón lo que aquí guardo.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/03/10
con nubes de color anaranjado,
hay algo que sofoca en el ambiente
ausente de los vuelos de los pájaros.
Los hombre sudorosos van a casa
después de la jornada del trabajo,
esperan la comida preparada
con ganas e ilusión por unas manos.
No importa que ahora caigan unas gotas,
y llegue hasta su casa muy mojado,
hay besos que le esperan impacientes
y hay otros que se escapan de sus labios.
Quizás la fantasía de los versos
me viene sin poderlo remediarlo,
hay niños que contemplan las estrellas,
hay hombres impacientes y soñando.
Se busca al vendedor de tantos sueños,
aquellos prometidos de regalo,
en viejas tradiciones y leyendas
pasadas de mayores y de ancianos.
Es cierto que se masca la tormenta
y puede que veamos a los rayos,
rasgando en un segundo por los cielos
el manto de los cielos tan nublado.
Pero ese corazón tan silencioso,
que mira más allá de los tejados,
quizás nunca repare en la tormenta
y menos en sus truenos encantados.
Él busca el lado alegre de la vida,
los globos y cometas en lo alto,
y busca la sonrisa de los niños
en medio de ciclones y de llantos.
Hay besos que se dan con la mirada
y sueños que te llegan suspirando,
hay lindas mariposas de colores
que vienen a cubrirte con su abrazo.
No importa que se masque la tormenta
si existe un corazón que te está hablando,
no importa que te hable sin palabras
pues grita el corazón lo que aquí guardo.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/03/10
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