Era un niño, como tantos,
que miraba las estrellas
las llamaba por el nombre
que guardaba en su cabeza.
Contemplaba embelesado
tanto brillo sin fronteras,
tanta nota que la noche
le mostraba en su belleza.
Una luna caprichosa
observaba, con sorpresa,
aquel niño que contaba
una a una las estrellas.
Porque el niño, con sus dedos,
las sumaba sin reservas,
a las Osas caprichosas
que asomaban tan coquetas.
Era un niño, como tantos,
un zagal de la pradera,
un juglar tan incipiente
que le hablaba a las estrellas.
"...¿Dónde vais en esta noche
si hay presagio de tormenta,
ya el oeste sopla fuerte
y las nubes son muy negras?
¿Dónde vais con vuestras luces,
estrellitas tan locuelas,
si no alumbran esos ojos
los caminos y callejas?
Las farolas están tristes
y es quizás por la galerna,
están mudas y apagadas
y no sé ni lo que piensan..."
Era un niño que soñaba
más acá de las estrellas,
temeroso y confundido
entre nieblas y cometas.
Susurraba, sin embargo,
unos versos que leyera,
unas letras encantadas
de escritores y poetas.
Unos versos recogidos
en las algas y la arena,
con rumores de resacas
y salitre de mareas.
Y narraban aventuras
de marinos y sirenas,
y de niños y de hombres
que miraban las estrellas.
Era un niño que escribía
y anotaba en su libreta,
todo aquello que pasaba
y surgía muy de cerca.
Los suspiros de los chopos,
el pasar de una gacela,
y hasta el beso compartido
de la brisa en la palmera.
¡Sueños, sueños y más sueños
escapaban dando vueltas,
en las letras de sus dedos
inocentes y tan tiernas!
¡Sueños, sueños de los niños
a los hombres de la tierra,
y que vibren y que lleven
corazones a sus metas!
"...Era un niño, como tantos,
el que hablaba a las estrellas,
con su lengua de peluche
parlanchina y tan amena..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/08/12
Que poema mas tierno, donde atravès de la inocencia de un niño, le pregunta al universo hacia donde caminamos. Impresionante.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Los niños tienen esa cualidad de preguntar siempre por todo aquello que se les escapa y sus preguntas son, muchas veces, las que algunos mayores quisiéramos hacer y no nos atrevemos por diferentes motivos.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día fus.
Un niño sensible, curioso, que eleva su mirada a las estrellas, que observa y aprende, que deja fluir las artes y de ellas hace arte su vida.
ResponderEliminarYo quiero abrazar a ese niño y dejarme conmover hasta lo más profundo por su ternura.
Besos
Seguro que hay muchas almas sensibles Verónica, a lo mejor más de los que nos creemos, y algunas miran y hablan a las estrellas, como ese niño.
ResponderEliminarBesos.
Los niños que tiernos son. Habla con las estrellas y de mayor sera un gran poeta. Preciosa infancia que felices son. Besos Rafael.
ResponderEliminarHola Rafael! Preciosa poesía. Me trajo recuerdos de mi niñez. De las noches sofocantes de verano que me obligaban a tomar aire fresco en el patio. Me quedaba contemplando el cielo y encontrando nuevas constelaciones, esperando la aparición de alguna estrella fugaz, mientras no dejaba de asombrarme la inmensa maravilla del universo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Preciosos versos que nos muestran la inocencia de un niño y sus sueños, así somos muchos mayores que nos resistimos a perder nuestra niñez,bonito poema Rafa,un bezaso amigo
ResponderEliminarAsí es Alicia, la ternura va con los niños, nace con ellos y su "ternura" nos inunda y nos rebosa. Supongo que a todos nos ha pasado y por eso, muchas veces, quisiéramos volver a ser niños.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegro de que estos versos te hayan acercado un poco a esos momentos de tu niñez Ana. Supongo que la mayoría hemos tenido momentos parecidos en esa infancia lejana y cercana a la vez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Completamente de acuerdo Shantal, yo como tú y como tantos, me resisto a perder esa niñez y quiero seguir soñando con ella y con aquellos momentos mágicos e inolvidables.
ResponderEliminarUn beso en la tarde.
Fatástico nuevamente. Los niños, al contrarios que nosotros, siempre van donde tiene que ir, donde los lleva el instinto, preguntando por todo aquello k desconocen, nostros por el contrario, vagamos sin rumbo dando por sentado aquello que desconocemos
ResponderEliminarQuién no sueña con volver a ser niñ@ otra vez?
ResponderEliminarPero tal vez sin darnos cuenta lo somos de alguna manera, cuando soñamos, cuando miramos la luna y las estrellas, cuando jugamos con ellas, cuando olemos las flores y nos embelesamos con su perfume y toda la belleza natural que nos rodea.
Tierno y dulce poema, Rafael.
Besitos de mariposa!
Sueños, sueños y mas sueños mi querido Rafa :)
ResponderEliminarUn abrazo con cariño por la tarde
hermoso y tierno poema. la niñez vuelve en cierta forma cuando uno tiene hijos, es una forma de vivirla otra vez, de creer en historias y mirar la vida de una forma diferente
ResponderEliminarQuizás Miguel, los niños ni siquiera son conscientes de saber bien a donde van, lo que ocurre es que su instinto, como bien dices, les lleva siempre en la dirección correcta de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, Diana, yo creo también que todos somos un poco niños y esa parte la llevamos en el alma de cada uno.
ResponderEliminarBesitos en la noche.
Sueños Patricia. La vida es un cúmulo de sueños, muchas veces convertidos en realidad.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
En esas fases, la quiltra, con los hijos, los nietos, etc. surge una nueva primavera en nuestras almas, quizás es como una vuelta a la infancia también nosotros, ¿no crees?
ResponderEliminarUn abrazo.
He vuelto a mirar el cielo con los ojos de inocencia, y he visto la osa mayor, o el carro como lo llamaba mi padre, y las historias de pastores que me contaba. Me has traído con este bello poema, grandes recuerdos.
ResponderEliminarGracias Rafael. Un beso.
Me gusta tu poesía. Es fresca y emotiva.
Me alegro de que mis humildes veros te hayan llevado a ese tiempo juvenil y de la infancia Teresa, porque quizás todos deberíamos volver a él con más frecuencia.
ResponderEliminarUn beso en la noche.
"Era un niño como tantos..." y sin embargo no era como tantos, era único, porque veía cosas especiales en el cielo, en la brisa, en el olor del salitre. Tan único como cada uno de los niños...
ResponderEliminarTu poema me ha parecido una delicia, Rafael: tierno, detallista, cuidadoso; en cierta forma, el niño me ha recordado al Principito.
Un abrazo y feliz tarde.
Sí María S., pienso que ese niño, a pesar de "ser como tantos", era algo especial, quizás por su condición de poeta, por esa sensibilidad escondida, por tantas cosas...
ResponderEliminarGracias por tu comentario y visita.
Un abrazo en la noche.