("...Era una vez una niña mirando a la luna
y era una vez una luna mirando a la tierra,
pero la niña miraba y miraba, soñando,
a que la luna le diera ese beso que espera..."
R.S.O.)
Era una niña pecosa,
una niñita cualquiera,
una niña chiquitita
bajo la luna coqueta.
A la luna remiraban
las pupilas tan traviesas,
de los ojitos divinos
escondidos tras sus cejas.
Y la luna complacida
se sentía muy contenta,
y a la niña devolvía
su mirada y su presencia.
La mirada de la luna
con la luz de las estrellas,
la presencia plateada
que en el lago se refleja.
Pero la niña esperaba,
en sus sueños de princesa,
a ese beso de la luna
en la noche tan serena.
Y la luna suspirando
dejó un beso como prenda,
en la frente de la niña,
y en el alma que la sueña.
Sueña niña con la luna,
¡sueña y sueña aunque te duermas!,
pues la luna te vigila
desde el cielo con paciencia.
¡Ay lunita, bella luna,
que suspiran en la tierra,
tantos hombres y mujeres
que han perdido la inocencia!
Tú, bien sabes, que en el fondo,
la niñez es lo que cuenta,
y son niños esos hombres
y mujeres que te esperan.
Son pequeños revoltosos,
con el alma de poetas,
querubines, mariposas
que te escriben y te anhelan.
"...Era una niña pecosa
y una lunita lunera,
soñadora era la niña
de una luna que la vela..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/08/12
Qué bonito, Rafael. Tiene una cadencia casi infantil, como de canción de corro; me imagino girando a su ritmo de la mano de otras niñas mientras esperamos a hacernos mayores para sacar la cajita en la que guardamos los besos, los de la luna y los que daremos.
ResponderEliminarLa luz de la luna, como un hilo invisible, nos hizo coincidir un poco esta noche, es una casualidad muy agradable.
Un beso.
Sí, María S., es tal y como describes en tu comentario. Bonita casualidad, igual que tus versos, que disfruté como siempre.
ResponderEliminarUn beso en la noche.
Era una niña pecosa...
ResponderEliminarEra una luna redonda
Era la preciada caja
de tesoros y secretos
de sueños y quimeras
que siguen soñando hoy
por acostarla a su vera
por verle su otra cara
por subirse en sus cráteres
por alcanzar las estrellas.
Casi una nana, Rafael, para dormirse esta noche, siendo niña otra vez (aunque nunca haya tenido pecas).
Gracias por abrir sonrisas, por acercarnos a las estrellas y a la magia de los sueños que creímos olvidados.
Un abrazo en... la noche.
Todos fuimos niños Mafalda, y quizás, en el fondo, seguimos siéndolo aún, ¿no crees?... Entonces ¿por qué no soñar?, ¿por qué no dejar libre la imaginación?, aunque sepamos que "sólo son sueños"...
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Muy dulce y tierno, Rafael.De niña, yo solía mirar así. Las noches de verano son preciosas en Armenia. El cielo parece una tela de terciopelo llena de estrellas. La luna brilla como un broche gigante. Parecen diamantes que brillan en la oscuridad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un poema virgen, blanco, sencillo, como un cantar de nana. Es lo que me ha sugerido tu poema, hoy, Rafael . Duerme niña duerme que la luna te cobija...
ResponderEliminarBesos y nos encontramos dentro de unos días, Rafael.., no más de quince. Le doy un descanso a los blogs y a los comentarios.
Un abrazo
FINA
Qué tierno... Si se le pone música es una nana perfecta.
ResponderEliminarAbrazos
Haces una descripción que ya de por si es una invitación a soñar Marine. Afortunadamente he tenido oportunidad de saborear momentos parecidos en la montaña. Quedarse en refugios y salir en la oscuridad de la noche a contemplar ese espectáculo es algo que no tiene palabras para describirse. No olvido esos instantes y deseo fervientemente que vuelvan a repetirse.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
Sí, Fina, un poema desde el alma y con la sencillez que pudiera alcanzar los labios de una niña que estuviera ante el manto de la luna.
ResponderEliminarQue disfrutes estos día y vuelvas renovada.
Un abrazo.
Gracias Verónica por ver así mis versos. Quizás la musicalidad de los mismos en el romance causa ese efecto, quizás el tema ó quizás un poco de todo, no sé...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Mi querido Rafael, estos son unos versos perfectos, cadenciosos, ingenuos y llenos llenos de dulzura, son CASI un despegar de la niñez, pero están bañados por ella inevitablemente.
ResponderEliminarSon preciosos! Y lo que te dicen aquí es sumamente cierto, y adhiero al sentir que parece canción de cuna, o sea, una nana hermosísima...
Te felicito, como siempre, gran poeta Rafael!
BESOS MILES.
Y FELIZ FIN DE SEMANA!
Gracias por tu visita y comentario Maritza. Me alegra ver que unos versos sacados en silencio pueden producir la magia de una nana. Así es la poesía que todos llevamos dentro, y si es así, ¿por qué no la sacamos afuera?, ¿por qué no la decimos en voz alta?, ¿por qué no la utilizamos en nuestro lenguaje diario?, con nuestros familiares, amigos...
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana también para ti.
rezuma ternuras y dulzores el poema Rafael
ResponderEliminarfelicitaciones
un abrazo y feliz fin de semana
Dulces e inocentes versos para una niña pecosa y revoltosa, y es que no hay mejor edad que la infantil, donde los sueños se convierten en magia y en realidad, y la luna se hace amiga.
ResponderEliminarBellos versos.
Un beso.
Gracias Elisa. Un abrazo.
ResponderEliminarQuizás debemos luchar con todas nuestras fuerzas para que esa edad infantil no muera y desaparezca de las almas María.
ResponderEliminarUn beso para ti.