Busca la luna
que asoma por el cielo
y te saluda.
Dile que luego
irás a saludarla
cuando esté sola.
Será en un rato,
allá por medianoche,
desde la playa.
Y así, los dos,
podréis intercambiar
vuestros saludos.
La luna al niño,
y el niño a las estrellas,
poco después.
Y esta es la magia
que ofrecen los deseos
que da la luna.
¡Luna lunera,
con tu cara de plata
no me los niegues!
Será un susurro.
un beso de las almas,
¡mi luna y yo!
Luego, en silencio,
iremos de paseo,
hasta Belén.
Rafael Sánchez Ortega ©
26/12/20
En algún momento y más en estas fechas de Navidad se busca aquel mundo mágico y lleno de fantasía en que pudimos soñar, de una manera inocente, y, donde la realidad de los mayores era una utopía que solo aquellos momentos y todo el embrujo que tenían era parte y esencia de la vida. Vida inmortal, por otra parte, y que se nos entregaba a cada uno en aquella inocencia infantil, como un gran tesoro.
Muy tierno tu poema , quien en algún momento de la noche no ha saludo a la ventana hablar con la esa dama plateada..Un saludo en la tarde.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.
Hoy me encanta este poema
ResponderEliminarMe trae a la mente los niños , la ternura y la inocencia
aunque todos hemos salido a contemplar la luna y nos hemos enamorado a su luz.abrazo grande Rafael y linda noche
Gracias por tus palabras Eli Méndez.
EliminarUn abrazo.
Que bonito canto a la luna. Muy lindos versos, Rafael.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Albada Dos.
EliminarUn abrazo.
En la infancia empieza la fascinación por la luna. El cielo lleno de estrellas es mágico. Pase lo que pase, ella siempre nos acompaña.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Cierto, Verónica, es como dices.
EliminarAbrazo y gracias.