Una ventana
se abría dulcemente
en la mañana.
El sol entraba
con rayos aún dormidos
que acariciaban.
Y tú, dormida,
sentías su contacto
y despertabas.
¡Qué sensación
llegaba hasta tu cuerpo
con esos besos!
Besos del sol,
caricias de sus rayos
con gran ternura.
Acompañado
del canto de las aves
en el jardín.
Unos suspiros
salieron de tu pecho
hacia tus labios.
Los recogieron,
los míos que buscaban
ese regalo.
Y te abracé,
sin prisas y sin pausas,
querida mía.
Luego soñé,
despierto, en la mañana,
cuánto te amaba.
Y te lo dijo
la linda mariposas
que te envié.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/06/23
¡Que romántico y bello poema Rafael!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu visita y comentario, Conchi.
EliminarUn abrazo.
Un poema bello acompañado de una bella fotografía que lo ilustra convenientemente.
ResponderEliminarGracias J.S. Villa.
EliminarPero ¡qué maravilloso es leer un poema así!, con tanto romanticismo mientras bebo mi taza de té y afuera está nublado.
ResponderEliminarAbrazos Rafael
Gracias Tatiana, me alegro de que te guste.
EliminarUn abrazo.
Por las mariposas destinatarias de los versos.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael
Gracias Maripau.
EliminarUn abrazo.
Así da gusto despertar.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Gracias Verónica.
ResponderEliminarAbrazo.