Busca la fuente
perdida en la montaña
con agua fresca.
Y si la encuentras
que tu garganta calme
toda la sed.
Quizás tu cuerpo
encuentre el equilibrio
que bien precisa.
Luego descansa
y mira los hayedos
y viejos robles.
Busca, a lo lejos,
colinas y montañas
que allí se encuentran.
Siente a la brisa,
escucha sus caricias,
sueña con ellas.
Y si te sobra,
el tiempo, y es temprano
haz un poema.
Habla del cielo,
del niño que le mira
y quien te escribe.
Lleva sus versos
al lecho del Olimpo
para que duerman.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/11/23
El ritmo es brutal, ante la naturaleza el corazón se serena, la vista se alivia, y así, en esa paz, la poesía puede visitarnos, y dejarnos versos en la boca.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafael. Feliz sábado
Es como dices Maripau.
EliminarUn abrazo.
La naturaleza fuente de inspiración , con ella todos los sentidos se abren a la vida .
ResponderEliminarUna feliz tarde.
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo en la tarde.
La inmensa generosidad de Naturaleza susurró el poema.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
La fuente nos deja el agua viva, que alienta cuerpo y alma para seguir creando la vida, Rafael...Y es que somos agua y naturaleza.
ResponderEliminarMi abrazo admirado y mi ánimo siempre.