Extensos campos
de paz y de llanuras
de mi Castilla.
Hasta vosotros
llegaron los latidos
del fiel otoño.
Y este noviembre,
que viene, de repente,
hoy os saluda.
Llega con lluvia,
con vientos del oeste
que falta hacen.
Después de un tiempo
de calma y de sequía
está con sed.
Tierra sin agua,
con grietas y secura
y sin cosechas.
Hombres sin campos,
dejados a barbecho,
durante un tiempo.
El alma grita,
los labios muy resecos
claman a Dios.
Y el Dios, ausente,
se olvida de los hombres
en este otoño.
¡No pasa nada,
se dicen nuestras gentes,
ya pasará!
Y es que la fe,
que mueve las montañas,
sigue en sus almas.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/11/23
Bonito y real tu poema. Ojalá la diosa naturaleza se olvide te tanto quebranto que dejamos los humanos sobre ella y la lluvia se deje ver por nuestras tierras resecas, Un saludo.
ResponderEliminarSe mira al cielo con desafío o con resignación.
ResponderEliminarAbrazo, Rafael.
Precioso poema, vital y real y también esperanzador. Sí, la fe no se pierde...
ResponderEliminarAl final, hay que ser humildes, y ya pasará, pasará...
Feliz de leerte y feliz domingo, Rafael. 🌞
Lindísimo. Pero la sequía es tenaz. Pobre Castilla.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Rafael. Por un bonito lunes