Un día decidiste que tu vida
tenía muchas metas y fronteras
y no las conocidas carreteras
que andabas, cada día, en tu salida.
Por eso planeaste la partida
de modo que tu vida se perdiera,
buscando en ultramar, lo que quisiera,
el alma de una niña confundida.
Partiste, corazón, sin un abrazo,
dejando mi ilusión en cuarentena,
por culpa de la herida y del zarpazo.
Hoy vuelves a la vida y a la escena,
me ofreces todo aquello que rechazo,
y pienso que tu vida es una pena.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/07/17
Demasiado tarde para volver...
ResponderEliminarBesos.
Cierto Carmen.
EliminarBesos.
gracias
ResponderEliminarA ti, Recomenzar.
EliminarUn abrazo.
Triste realidad. Abrazo
ResponderEliminarGracias Alicia.
EliminarAbrazos.
Sucede. Caminos diferentes y el adiós.
ResponderEliminarBuen soneto.
Abrazo, Rafael.
Gracias por tu comentario Verónica.
EliminarUn abrazo.
No valorar lo que se tiene en su momento y después intentar recuperarlo, gran error
ResponderEliminarY quizás sea porque no se estuvo ni en tiempo ni en espacio, caminos distintos, tiempos diferentes.
Mi beso, Rafael
Sí, Ame, todo es posible.
EliminarUn beso en la tarde.
A veces ya es demasiado tarde...
ResponderEliminarBesos.
Por desgracia es algo muy habitual.
EliminarUn abrazo Pilar.