Un vaso de agua
pedía, aquel sediento,
en una esquina.
Pero la fuente
manaba en sus espaldas,
cerca, muy cerca...
Yo le miraba
con ojos extrañados
y no entendía.
Y es que su sed
no precisaba el agua
de la fontana.
Era su alma,
espíritu sediento,
el que clamaba.
Eran sus ojos,
buscando entre las sombras,
alguna luz.
Pedía el hombre
el pan de la palabra
y unas caricias.
Pedía el alma
tan solo una sonrisa
que nadie daba.
Me conmovió
la escena, no lo dudes,
y hasta lloré.
Rafael Sánchez Ortega ©
29/10/20
Es una escena irreal de una persona pidiendo un vaso para calmar la sed del alma y un espectador, (en este caso el poeta), que ve esta escena y se conmueve al darse cuenta de que lo que pide no es el líquido para mitigar la sed del cuerpo sino la palabra y la caricia de sentirse una persona si alguien le escucha y le contesta.
La palabra, la atención y la comunicación es necesaria para el alma. Muy bueno, amigo. En estos tiempos inseguros, necesitamos la seguridad del afecto, la comprensión y el cariño.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y feliz fin de semana, Rafael.
Gracias por tu comentario, María Jesús.
EliminarUn abrazo y feliz finde también para ti.
Es que sin agua no hay vida. Luego puede que la pidas, y te den o no.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz tarde, Rafael
Cierto Albada Dos.
EliminarUn abrazo en la tarde.
Conmovedor, la sed del Alma duele.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo.
Podría llenar un vaso de lágrimas si me lo propusiera...
ResponderEliminarBesos.
Estoy seguro de ello, Laura.
EliminarBesos.
Esa sed es la peor y mucho peor si no hay nadie que te la ofrezca. Muy buen poema, además de visionarlo. Un abrazo Rafael.
ResponderEliminarGracias Campirela.
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado el texto, me recuerda al pasaje de Juan 4 cuando Jesús habla con la mujer samaritana:
ResponderEliminar"Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna."
Isaías 58:11
Y el SEÑOR te guiará continuamente, saciará tu deseo en los lugares áridos y dará vigor a tus huesos; serás como huerto regado y como manantial cuyas aguas nunca faltan.
Esto se puede ligar con Salmos 34:18
Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.
Salmos 51:17
Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.
Salmos 147:3
sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.
Lo crean o no así es la naturaleza de Dios. Saludos, buenas noches.
Gracias por tu visita y comentario, Marcos.
EliminarUn saludo y buena noche.
Un vaso de agua para calmar la sed interior, sed que produce la soledad y el abandono. Hermosa poesía, toda una metáfora de la tristeza.
ResponderEliminarGracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.