Besé tus ojos,
cautivos y preciosos,
que me miraban.
Busqué tus manos
cubiertas de dulzura
y las tomé.
Unas caricias,
de pronto, despertaron,
y te las di.
Así volvimos
al mundo de los sueños
y de la infancia.
¡Cuánta ternura,
había en ese instante
a nuestro lado!
¡Cuánta belleza
y un cuadro, inacabado,
que nos retaba!
Y continuamos,
cansados y contentos
por el camino.
Así es la vida,
decían los latidos,
desde el silencio.
Y nos amamos,
aparcando los miedos
y sin palabras.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/11/20
Parecen versos surgidos de la cabeza de un joven enamorado y de un adolescente. Al verlas sonrío y meneo la cabeza. ¡Ay, esos tiempos y esas edades...! Quizás no están marchitos, quizás viven, quizás siguen latiendo en el recuerdo, quizás...
No hay duda de eso, viven... en los recuerdos porque son parte de una historia única e irrepetible.
ResponderEliminarPrecioso.
Un abrazo.
Gracias Luján.
EliminarUn abrazo.
Ese quizás es seguro, el amor nunca se pierde se va transformando con el tiempo pero el sentimiento es igual o tal vez hasta mayor.
ResponderEliminarUn lindo poema para recordarlo en el tiempo. ABrazos !!
Gracias Campirela.
EliminarAbrazos en la tarde.
Bonitos versos, el amor juvenil debe volar sobre alguna nube y desde allí nos lanza sus recuerdos.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
El tiempo no lastar la ternura, en presente o en pasado.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es Albada Dos.
EliminarUn abrazo y feliz día.
Esos versos besando unos ojos, es muy hermoso.
ResponderEliminarEl amor abrileño es lo más.
Feliz día. Un abrazo
Es bueno volver al camino de los sueños para seguir renovando el amor y la ilusión por vivir, Rafael. Tu inteligencia emocional anda muy atenta a ese equilibrio interior, que sólo lo llena el sentimiento, la serenidad y la belleza de la poesía, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por tu buen hacer.
Gracias por tus palabras María Jesús.
EliminarUn abrazo.