Que no te agobie la noche
ni sus negruras el alma,
y que tus labios susurren,
como canción, una nana...
Que no se pare la vida
aunque tú pares tu marcha,
mientras la brisa te envuelve
y te acaricia y abraza...
Que no te envuelva el silencio
y se callen sus palabras,
para que sigan contando
sus relatos y batallas...
Que no proteste tu cuerpo
ni te quejes por la carga,
que acarreas día a día
y que llevas en tu espalda...
Que no reniegues del cielo
y que en él veas las hadas,
que te exciten los sentidos
y te fundan con su magia...
Que no te olvides del niño
y que vivas en su infancia,
ya que el hombre que ahora llora
lleva un niño entre tus alas...
Que no te pierdas los sueños,
pues sin ellos no eres nada,
y las risas y los versos
son caricias que te faltan...
Rafael Sánchez Ortega ©
30/03/24
Muy bello poema Rafael. Tiene la esperanza de la vida que no se estanca, sino que quiere cobrar alas.
ResponderEliminarAbrazo.
Gracias María Rosa.
EliminarUn abrazo.
Rafael, no conocía tu blog, me encanto encontrarlo
ResponderEliminarPrecioso poema, un canto a la vida, la esperanza teniendo siempre presente al niño que fuimos queriendo recuperar nuestras alas para poder soñar.
Abrazos y besos
Gracias por tu visita y comentario, Vivir y dejar vivir...
EliminarAbrazos.
La luz constante de la poesía nos ilumina y alienta, Rafael...Sigamos creando y recreando la vida en la noche, en el silencio y sintiendo el cansancio de la vida, que trata de frenarnos y callarnos...Hay que seguir dando vida al niño interior que nos llena el alma de ilusión, amigo.
ResponderEliminarMi abrazo y felz mes de abril.
Desde un lugar llega este poema tan suave, tan claro y hermoso, gracias, amigo.
ResponderEliminarAbrazo
Es un regalo de calma para el alma. No hay que dejar que el desaliento nos gane.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Rafael.