Era un ángel muy cansado
que vagaba por el cielo,
con sus alas lastimadas
y sangrando por su pecho.
Era el ángel de los niños
que en la guerra y en sus pueblos,
soportaban la dureza
de los odios y del miedo.
Era un ángel que lloraba
por los hombres y los sueños,
de los niños y mayores
que vivían un infierno.
Era un ángel sin palabras
y su voz era el silencio,
con caricias de unos ojos
y un abrazo muy sincero.
Era un ángel, simplemente,
el guardián de los pequeños,
que volaba, derrotado,
y lloraba sin remedio.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/04/24
Me llenó de tristeza, y es que no hay nada más puro e indefenso que un niño.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.
Paty
Gracias Paty.
EliminarUn abrazo.
Muy triste y muy real.
ResponderEliminarFeliz tarde Rafael.
Abrazo.
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo.
Es un hermoso poema que nos enternece y nos ayuda a mejorar.
ResponderEliminarGracias Ester.
EliminarUn abrazo.
Ojalá tuviéramos un ángel detrás de nosotros, sería bueno sentir esa mano invisible guiarnos por el buen camino.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz noche.
Gracias Campirela.
EliminarUn abrazo en la noche.
Estará en llanto vivo, la de niños de guerra que van subiendo al cielo. O busca ayudantes o no dará abasto.
ResponderEliminarDurísimo este poema, reivindicando la paz. Un fuerte abrazo, Rafael.