Era una rosa perdida
y abandonada en el suelo,
por la mano que, impaciente,
se arrepintió de unos besos.
Era un regalo dorado
para poner en el pelo
de la persona querida
que estaría en el paseo.
Pero la cita soñada
incumplió aquel acuerdo
y no vino hasta ese parque
y se esfumó como el viento.
Y te quedaste dolido
con la rosa y sin el premio
de aquel beso que añorabas
y que tus labios perdieron.
Abandonaste la rosa
que se quedó bajo el cielo,
marchitando su belleza
y perdiendo sus reflejos.
Esto, al mirarla, me deja
el viejo sabor del cuento,
de dos amantes buscando
la juventud de sus cuerpos.
Triste final de la rosa
que se queda en un recuerdo,
donde el poeta recrea
unos versos de algún sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/08/24
El poeta debió llevarse la rosa, ponerla en un vaso con agua y así podria mirar su belleza.
ResponderEliminarMe fui del tema, bello poema Rafael.
Desde un domingo helado te saludo.
Gracias María Rosa, por aquí mucho calor.
EliminarUn abrazo.
Un hermoso poema, a pesar del triste final.
ResponderEliminarLas relaciones humanas son difíciles -- un vencedor debe ser paciente...
Una semana agradable, Rafael. Saludos.
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Gracias Majo.
EliminarUn abrazo y feliz semana.
Pensemos que era poeta quien la tiró al suelo. Pero la rosa seguirá inspirando a quien la vea tirada tras él.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Rafael
Pensemos como dices, Maripau.
EliminarUn abrazo.