Sentí tu mano
buscar entre mis dedos
una caricia.
Y te la di,
deprisa y con ternura,
como respuesta.
Luego, tus labios,
buscaron a mis labios
y los besaron.
Y te besé,
sin miedo y susurrando
que te quería.
Me recordaste
el día en que nos vimos
por vez primera.
Y las sonrisas
que ambos nos cruzamos
estremecidos.
Éramos jóvenes
con vida por delante
que compartir.
Y así lo hicimos
venciendo los problemas
del día a día.
Pero vivimos
amándonos, sin duda,
en cada instante.
Hoy vas conmigo,
en este otoño largo
que ahora comienza.
Y así te amo,
remando, en esta barca,
un día más.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/10/25
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